Miserables kilovatios eólicos

Precisamente en estos días que estamos sufriendo las devastadoras repercusiones del uso abusivo, indiscriminado y no controlado de los recursos fósiles, no me parece nada oportuno el adjetivo de "miserables" que el señor Liñares aplica a las plantas eólicas de producción de energía eléctrica (carta del 26-12-2002).

Seguramente no sepa que, produciendo energía eléctrica en los parques eólicos existentes en nuestro país, se está evitando la emisión cada año de ocho millones de toneladas de CO2 y otros gases de nocivos efectos medioambientales (SO2 y NOx) a la atmósfera, que se hubiesen emitido si se hubiese producido en las centrales térmicas convencionales (gas o carbón).

El CO2 no se ve y no produce impacto visual a corto plazo, pero sí lo está produciendo a medio y largo plazo, como se constata en la multitud de estudios que se han realizado al respecto. Y ello afecta no sólo al grandioso último tramo del río Xallas, sino a todo el planeta.

Respecto a su comentario de "seguir el ejemplo de los países más avanzados y con mayor conciencia ecológica, como nuestros vecinos europeos del norte", le recuerdo que para alcanzar un nivel de participación de las plantas eólicas en la estructura energética de nuestro país, similar al nivel actual en Dinamarca (donde el 12,6% de la energía eléctrica consumida en 2001 fue generada por las plantas eólicas), deberíamos multiplicar por 4 la potencia instalada de origen eólico.

Por supuesto que comparto que se debe analizar el impacto medioambiental de los parques eólicos, de acuerdo con las regulaciones existentes en las CC AA, y cómo se está realizando en la totalidad de los parques eólicos en planificación (al menos según la información de que dispongo).

Creo que si queremos ser coherentes en la defensa de nuestro medio ambiente, debemos hacer un análisis global y no limitarnos a casos concretos. En la situación actual no debemos tirar piedras contra nuestro tejado, es decir, contra las escasas instalaciones de energías renovables existentes (limpias, autóctonas, inagotables, generadoras de empleo...), y en lo que principalmente debemos centrarnos es en incrementar la participación de aquella energía que menos contamina: la que no se consume.