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Tribuna:EL DEBATE DE LOS PRESUPUESTOS
Tribuna
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De 'lehendakari' a fotógrafo

Por la irresponsabilidad de los gobiernos del lehendakari Ibarretxe, en Euskadi llevamos sin presupuestos normalizados desde 1999. En el año 2000, el Gobierno vasco tuvo que prorrogar los anteriores, y el año pasado aprobaron unos presupuestos mutilados, recurriendo a la interpretación tramposa del Reglamento del Parlamento, alterando el sistema de votaciones y rompiendo las reglas de juego para sacar adelante una colección de saldos presupuestarios con el apoyo de Batasuna. "Una ley"", en expresión histórica del señor Atutxa, tan confusa y de tan dudosa legalidad, que, al final, se ha visto recurrida ante el Tribunal Constitucional. Esta situación el Gobierno quiere reproducirla este año y por los mismos motivos, sometiendo al país a una inseguridad jurídica de consecuencias incalculables.

Pero lo que ya riza el rizo es un Gobierno en minoría que se comporta con prepotencia, que no se hace responsable de sus decisiones, de sus desaguisados; que no admite la más mínima responsabilidad sobre las consecuencias negativas de sus actos, porque entiende cada vez menos la democracia y las reglas de juego en las que se basa: la relación entre mayorías y minorías, el respeto a los reglamentos y normas legales, la necesidad de obtener un respaldo parlamentario suficiente para sacar adelante un proyecto político, o el papel que corresponde a la oposición, por citar algunas.

Hay que dejar muy claro ante la opinión pública que en democracia quien tiene la responsabilidad de sacar adelante los Presupuestos es el Gobierno y nosotros no vamos admitir chantajes ni la responsabilidad de que la comunidad autónoma no los tenga. No se nos puede pedir que aprobemos unos presupuestos para hacer una política que no compartimos.

El Gobierno, una vez más, predica dialogo y no lo practica, es incapaz de hacer autocrítica, y de entender que la oposición no está para aplaudir sino para controlar a quien ejerce el poder y presentar alternativas. Este es un Gobierno que cuando no le salen las cuentas en el Parlamento no adopta la decisión de dialogar y negociar sus propuestas, sino que se limita a culpar a los demás de su impotencia y su fracaso. Con unas formas y un lenguaje en el que se combina el insulto, la zafiedad, el desprecio al que piensa de forma diferente y la mentira. Como ha ha hecho permanentemente estos últimos días la vicelehendakari, Idoia Zenarruzabeitia.

Porque la vicelehendakari no solo ha insultado a la oposición, sino que ha mentido al decir con todo cinismo que los grupos de la oposición democráticos pactamos y buscamos los votos de Batasuna, que hay "un pacto implícito entre ilegalizadores e ilegalizados". Esto es mentira y la vicelehendakari lo sabe. Sabe que quien ha buscado y alcanzado acuerdos con Batasuna es el Gobierno del señor Ibarretxe y los partidos que le apoyan. Negociaron acuerdos en Lizarra, llegaron a acuerdos con Batasuna, aceptándole enmiendas en la tramitación de los Presupuestos del año pasado y en el dictamen de autogobierno y votando con Batasuna, desde 1999, en contra de los presupuestos forales en Alava y en Vitoria, por poner algunos ejemplos.

Los socialistas hemos ofrecido diálogo al Gobierno para llegar a acuerdos sobre el rumbo del país, sobre las prioridades y la política que debiera hacerse; un pacto de fondo para poder llegar después a un acuerdo sobre presupuestos. Por cierto, es el método que el propio lehendakari defendió en mayo de 2001, días después de las elecciones, cuando condicionó cualquier posibilidad de "acuerdo puntual" con el Partido Socialista, a la consecución previa de acuerdos políticos de fondo. Esta era, precisamente, el criterio con el que los socialistas queríamos negociar, considerando que el proyecto de Presupuestos no es un instrumento apolítico, sino, por el contrario, el instrumento privilegiado de una política de Gobierno

El Gobierno una vez más, se negó a alcanzar acuerdos de fondo y simplemente quiso llegar a acuerdos puntuales sobre los presupuestos pretendiendo que la oposición aprobáramos unas cuentas públicas para hacer una política que no compartimos. No es la primera vez, ni será la última, en la que el lehendakari incumple su palabra, predica una cosa y luego hace otra, de modo que puede reproducir aquella sentencia de Groucho Marx. "Éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".

Claro que, para seguir en clave marxista, la señora Zenarruzabeitia supera al propio lehendakari. De hecho, cuando la vicelehendakari, después de triturar verbalmente a la oposición democrática por negarse a secundar su política, asegura que el actual Gobierno "tiene mayoría suficiente para llevar a cabo su programa", uno vuelve a recordar al genial humorista, cuando interpelaba al descreído: "¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?". Porque lo que nos están diciendo nuestros propios ojos es, precisamente, que esa pretendida mayoría del Gobierno es notoriamente insuficiente. Y por eso reaccionan a la desesperada, porque, si no hay sorpresas, se verán obligados a prorrogar una vez mas los Presupuestos sacando a la luz la debilidad del Gobierno.

Si el lehendakari se decidiera a hacer política de país, pensando en los ciudadanos y no en los intereses exclusivos del nacionalismo; si se diera cuenta de que es necesario prestigiar y defender nuestras instituciones de autogobierno, nuestro Estatuto, la pluralidad de la sociedad vasca, que la prioridad del gobierno tiene que ser la defensa de la libertad y la lucha contra el terrorismo y el fascismo para derrotarlo; si hiciera autocrítica y entendiera que cuando se está en minoría un Gobierno tiene que buscar acuerdos, muchos de los problemas que tiene Euskadi se podrían empezar a resolver.

El problema es que al señor Ibarretxe parece que le gusta mas ejercer de fotógrafo que ejercer como presidente del Gobierno vasco. Está obsesionado con "retratar" a la oposición en lugar de gobernar para sacar adelante al país; ha decidido ser la oposición de quienes no estamos dispuestos a aplaudirle. El lehendakari ha perdido, no únicamente los principios, sino también el sentido de la realidad. Por eso, quien no es capaz de hacer algo tan normal para cualquier gobernante como sacar adelante unos Presupuestos, tiene la osadía de querer alterar todo nuestro marco jurídico-político. De manera unilateral y sin consenso previo. ¿Hay alguien que dé más?

Por la irresponsabilidad de los gobiernos del lehendakari Ibarretxe, en Euskadi llevamos sin presupuestos normalizados desde 1999. En el año 2000, el Gobierno vasco tuvo que prorrogar los anteriores, y el año pasado aprobaron unos presupuestos mutilados, recurriendo a la interpretación tramposa del Reglamento del Parlamento, alterando el sistema de votaciones y rompiendo las reglas de juego para sacar adelante una colección de saldos presupuestarios con el apoyo de Batasuna. "Una ley"", en expresión histórica del señor Atutxa, tan confusa y de tan dudosa legalidad, que, al final, se ha visto recurrida ante el Tribunal Constitucional. Esta situación el Gobierno quiere reproducirla este año y por los mismos motivos, sometiendo al país a una inseguridad jurídica de consecuencias incalculables.

Pero lo que ya riza el rizo es un Gobierno en minoría que se comporta con prepotencia, que no se hace responsable de sus decisiones, de sus desaguisados; que no admite la más mínima responsabilidad sobre las consecuencias negativas de sus actos, porque entiende cada vez menos la democracia y las reglas de juego en las que se basa: la relación entre mayorías y minorías, el respeto a los reglamentos y normas legales, la necesidad de obtener un respaldo parlamentario suficiente para sacar adelante un proyecto político, o el papel que corresponde a la oposición, por citar algunas.

Hay que dejar muy claro ante la opinión pública que en democracia quien tiene la responsabilidad de sacar adelante los Presupuestos es el Gobierno y nosotros no vamos admitir chantajes ni la responsabilidad de que la comunidad autónoma no los tenga. No se nos puede pedir que aprobemos unos presupuestos para hacer una política que no compartimos.

El Gobierno, una vez más, predica dialogo y no lo practica, es incapaz de hacer autocrítica, y de entender que la oposición no está para aplaudir sino para controlar a quien ejerce el poder y presentar alternativas. Este es un Gobierno que cuando no le salen las cuentas en el Parlamento no adopta la decisión de dialogar y negociar sus propuestas, sino que se limita a culpar a los demás de su impotencia y su fracaso. Con unas formas y un lenguaje en el que se combina el insulto, la zafiedad, el desprecio al que piensa de forma diferente y la mentira. Como ha ha hecho permanentemente estos últimos días la vicelehendakari, Idoia Zenarruzabeitia.

Porque la vicelehendakari no solo ha insultado a la oposición, sino que ha mentido al decir con todo cinismo que los grupos de la oposición democráticos pactamos y buscamos los votos de Batasuna, que hay "un pacto implícito entre ilegalizadores e ilegalizados". Esto es mentira y la vicelehendakari lo sabe. Sabe que quien ha buscado y alcanzado acuerdos con Batasuna es el Gobierno del señor Ibarretxe y los partidos que le apoyan. Negociaron acuerdos en Lizarra, llegaron a acuerdos con Batasuna, aceptándole enmiendas en la tramitación de los Presupuestos del año pasado y en el dictamen de autogobierno y votando con Batasuna, desde 1999, en contra de los presupuestos forales en Alava y en Vitoria, por poner algunos ejemplos.

Los socialistas hemos ofrecido diálogo al Gobierno para llegar a acuerdos sobre el rumbo del país, sobre las prioridades y la política que debiera hacerse; un pacto de fondo para poder llegar después a un acuerdo sobre presupuestos. Por cierto, es el método que el propio lehendakari defendió en mayo de 2001, días después de las elecciones, cuando condicionó cualquier posibilidad de "acuerdo puntual" con el Partido Socialista, a la consecución previa de acuerdos políticos de fondo. Esta era, precisamente, el criterio con el que los socialistas queríamos negociar, considerando que el proyecto de Presupuestos no es un instrumento apolítico, sino, por el contrario, el instrumento privilegiado de una política de Gobierno

El Gobierno una vez más, se negó a alcanzar acuerdos de fondo y simplemente quiso llegar a acuerdos puntuales sobre los presupuestos pretendiendo que la oposición aprobáramos unas cuentas públicas para hacer una política que no compartimos. No es la primera vez, ni será la última, en la que el lehendakari incumple su palabra, predica una cosa y luego hace otra, de modo que puede reproducir aquella sentencia de Groucho Marx. "Éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".

Claro que, para seguir en clave marxista, la señora Zenarruzabeitia supera al propio lehendakari. De hecho, cuando la vicelehendakari, después de triturar verbalmente a la oposición democrática por negarse a secundar su política, asegura que el actual Gobierno "tiene mayoría suficiente para llevar a cabo su programa", uno vuelve a recordar al genial humorista, cuando interpelaba al descreído: "¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?". Porque lo que nos están diciendo nuestros propios ojos es, precisamente, que esa pretendida mayoría del Gobierno es notoriamente insuficiente. Y por eso reaccionan a la desesperada, porque, si no hay sorpresas, se verán obligados a prorrogar una vez mas los Presupuestos sacando a la luz la debilidad del Gobierno.

Si el lehendakari se decidiera a hacer política de país, pensando en los ciudadanos y no en los intereses exclusivos del nacionalismo; si se diera cuenta de que es necesario prestigiar y defender nuestras instituciones de autogobierno, nuestro Estatuto, la pluralidad de la sociedad vasca, que la prioridad del gobierno tiene que ser la defensa de la libertad y la lucha contra el terrorismo y el fascismo para derrotarlo; si hiciera autocrítica y entendiera que cuando se está en minoría un Gobierno tiene que buscar acuerdos, muchos de los problemas que tiene Euskadi se podrían empezar a resolver.

El problema es que al señor Ibarretxe parece que le gusta mas ejercer de fotógrafo que ejercer como presidente del Gobierno vasco. Está obsesionado con "retratar" a la oposición en lugar de gobernar para sacar adelante al país; ha decidido ser la oposición de quienes no estamos dispuestos a aplaudirle. El lehendakari ha perdido, no únicamente los principios, sino también el sentido de la realidad. Por eso, quien no es capaz de hacer algo tan normal para cualquier gobernante como sacar adelante unos Presupuestos, tiene la osadía de querer alterar todo nuestro marco jurídico-político. De manera unilateral y sin consenso previo. ¿Hay alguien que dé más?

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