Hezbolá se hace fuerte en Líbano
Los servicios secretos occidentales aseguran que los integristas libaneses poseen un arsenal de cerca de 10.000 cohetes
"Atacaremos Israel en el momento oportuno", anuncia Hezbolá desde su cuartel general de Beirut, mientras los servicios secretos occidentales aseguran que la formación fundamentalista libanesa ha logrado almacenar en sus arsenales durante los últimos meses, con la ayuda de Irán y Siria, más de 10.000 cohetes, parte de los cuales son misiles Fajar, de moderna tecnología, capaces de alcanzar blancos situados a más de 70 kilómetros, lo que supone una amenaza para la ciudad de Haifa y la zona industrial colindante, incluida su refinería.
"Estamos vigilantes. Estamos dispuestos a defender nuestro país. Atacaremos Israel en el momento que lo creamos oportuno. Nuestra resistencia es legítima", afirma el doctor Hosein Haj Hasan, de 43 años, diputado del partido Hezbolá en el Parlamento de Beirut, profesor de Bioquímica de la Universidad de Medicina de la capital.
"Atacaremos Israel en el momento oportuno", anuncia la organización
El dirigente de Hezbolá se refirie a la situación de tensión originada en la frontera del sur de Líbano, donde desde hace algunas semanas se han sucedido incidentes bélicos puntuales entre la guerrilla fundamentalista y las tropas del Ejército israelí.
La angustia se palpa en las carreteras vacías del sur de Líbano, por donde se necesita un permiso especial de los servicios secretos de Sidón para circular. Los controles del Ejército regular y de la policía se suceden en medio de la niebla hasta las mismas puertas de la franja sur. Las tropas israelíes ocupaban hace dos años la zona, pero ahora, tras su retirada, se ha convertido en un feudo absoluto de Hezbolá. Enormes carteles, en árabe e inglés, al pie de carretera, recuerdan puntualmente cada una de las batallas y operaciones contra el "enemigo sionista".
La puerta de Fátima, por donde antaño salían hacia Israel los trabajadores libaneses, está también custodiada por los guerrilleros de Hezbolá, que, vestidos de negro y fusil en ristre, vigilan permanentemente la alambrada e impiden a los visitantes tomar fotografías. Al alcance de la mano, al otro lado de la cerca, están las casas de tejas rojas de Metula y el kibutz de Misgav Am, uno de los más antiguos de la zona, custodiado también por contingentes de élite del Ejército israelí.
En poco menos de un mes, en esta zona se han producido dos incidentes inquietantes. El primero fue la muerte de un agente de Hezbolá, Ramzi Nahara, de 45 años, y de su sobrino Ilie Issa, de 30, miembro de las fuerzas de seguridad libanesas, que fallecieron a la salida de la población de Hatzbaya cuando en la carretera, bajo su vehículo, estalló una carga explosiva de cinco kilos. Pocos días después, como si se tratara de una venganza, resultaban gravemente heridos por el estallido de un artefacto dos soldados israelíes, de origen druso, cuando inspeccionaban una carretera que discurre a lo largo de la frontera internacional.
Los dos sucesos, los más graves que se producen en la frontera entre Israel y Líbano desde que en mayo de 2000 se retiraron del sur de Líbano las tropas israelíes, han provocado la movilización general en la zona. El Gobierno de Ariel Sharon ha mandado reforzar el frente norte, desplegar las tropas y establecer planes de contingencia. El mando militar de Hezbolá ha llevado baterías de misiles cerca de la frontera y ha alertado a sus guerrilleros para que extremen las precauciones y se preparen para pasar al ataque en el "momento oportuno".
Las excusas para agredir se resumen en dos: la primera son las granjas de Chebaa, a pie del monte Hermón, una zona reivindicada por Libano y que se encuentra aún en manos del Ejército israelí. La segunda es el río Wazzani, un subafluente del Jordán, donde los libaneses han colocado dos bombas de extracción de agua para abastecer a pueblos colindantes, mermando así el caudal que baja hacia Israel.
Por si todo ello no fuera suficiente, Israel ha empezado también una campaña de propaganda internacional contra Hezbolá, a la que ha empezado a acusar de estar implicada con la organización terrorista islámica Al Qaeda, con la que habría establecido vínculos para reforzar la resistencia palestina en Cisjordania y Gaza.
"Hezbolá no tiene nada que ver con Al Qaeda. No tenemos ninguna relación, ni la tendremos nunca. Ni política ni ideológicamente tenemos nada que ver. Todo esto es propaganda americano- israelí, con la que se pretende destruir Hezbolá, Líbano y Palestina", desmiente categórico el diputado Hosein Haj Hasan.
Una prisión convertida en atracción turística
La antigua prisión de Jiam, situada en la franja del sur de Líbano, muy cerca de la frontera israelí, que durante más de 15 años estuvo administrada por la milicia cristiana de Antoine Lahad, colaboradora de Israel, y donde fueron encarcelados y torturados un buen número de militantes fundamentalistas de Hezbolá, se ha convertido desde hace unos meses en un centro de atracción turística.La vieja prisión, construida sobre las ruinas de un cuartel francés, es el punto de peregrinaje en el que se dan cita a diario centenares de curiosos, incluidos alumnos de las escuelas y las universidades de Beirut.Un grupo de antiguos prisioneros, convertidos en guías, acompañan a los visitantes por el laberinto de pasillos y les enseñan una a una las celdas de reclusión, los cuartos de castigo o los de torturas, donde llegaron a amontonarse 3.500 reclusos, incluidos mujeres y niños.La historia de Jiam, reiteradamente denunciada por organizaciones como Amnistia Internacional, ha quedado reflejada en un vídeo producido por los servicios de propaganda de Hezbolá, que suele proyectarse a los visitantes, en el salón de actos y restaurante que se ha inaugurado hace pocos meses a las puertas del centro penitenciario. "Así todo el mundo sabrá las atrocidades que cometió Israel y sus colaboradores", afirma Mohamed Naief, vecino de Kafar Killa, prisionero en este centro durante seis años y convertido ahora en responsable del equipo de guías.
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