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Columna
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Gigantomaquia bancaria en Europa

Joaquín Estefanía

Hasta hace escasas semanas, el panorama era el inverso. Se decía que la mala situación bursátil había detenido las fusiones y adquisiciones empresariales europeas, fundamentalmente en el sector bancario. Todo ha cambiado con una gran operación en Francia: Crédit Agricole (CA) hizo una oferta amistosa a los accionistas de Crédit Lyonnaise (CL) para apoderarse de este último y constituir entre los dos el segundo banco más grande de la zona euro (tras el Deutsche Bank) y el séptimo en el conjunto de Europa.

La fusión de los dos Crédit es muy peculiar. Aunque no puede decirse que resultase inesperada, no parecía el matrimonio más probable. CL es un antiguo banco estatal salvado de la quiebra con abundantísimos fondos públicos y que fue privatizado en 1999. Hace poco más de un mes, el Gobierno francés decidió subastar el 11% de su capital, que aún pertenecía al Estado. El adjudicatario fue BNP Paribas, que llegó a disponer de más del 16% de CL. Ello le hacía el candidato favorito para quedarse con el banco en cuestión. Paradójicamente, al tiempo que sucedía esto, los medios especializados sabían también del interés de CA por el Lyonnaise.

La puja de ambos bancos ha servido para subir el precio de la entidad adquirida. Todavía no se da por descartada una nueva oferta de BNP Paribas, pero lo más lógico es que éste venda las acciones que posee de CL y con las plusvalías logradas apunte hacia otro sitio, en busca de ampliar su cuota de mercado: todas las miradas apuntan para este juego hacia la Societé Générale. No es la primera vez que BNP se fija en este último banco. En el año 1999, BNP disparó en dos direcciones a la vez: hacia Paribas, que fue comprado, y hacia la Societé Générale, que en aquel momento resistió el sitio y prefirió continuar como independiente.

Otra curiosidad de la entrega de Crédit Lyonnaise a Crédit Agricole es que el presidente del primero, el que ha facilitado la fusión, Jean Peyrelevade, fue uno de los defensores de la política de nacionalizaciones francesa, a principios de la década de los ochenta, con el Gobierno socialista de Pierre Mauroy, a cuyo Gabinete perteneció. Más adelante, Peyrelevade apostó por la privatización del Lyonnaise, que activó desde que fue nombrado presidente del mismo en 1993.

El banco fusionado tendrá el 25% de la cuota de mercado francesa y dispondrá de más de 22 millones de clientes. La pregunta es si abrirá el apetito de nuevas fusiones bancarias, primero en Francia y luego en el resto de Europa. Es más fácil lo primero que las compras transfronterizas: los matrimonios bancarios tratan de reducir costes (se habla de que la fusión en cuestión supondrá la marcha de entre 4.000 y 4.500 empleados de ambas entidades) y recuperar rentabilidad ante el creciente estrechamiento de márgenes. En un mismo país se dan mayores sinergias (CA está más instalado en zonas rurales y ciudades medianas y pequeñas; CL, en ciudades grandes) que en un espacio más amplio, ya que es más difícil en el espacio europeo, por ejemplo, que exista una duplicación de las sucursales y las redes bancarias, y algunas de ellas puedan cerrarse.

En Alemania se multiplican los rumores de una fusión entre dos grandes bancos con dificultades por el crecimiento de la morosidad y el endeudamiento empresarial: Hypovereinsbank y Commerzbank; hace poco tiempo se ha abierto una alianza estratégica y comercial entre el grupo bancario galo CIC y el italiano Banca Popolare di Milano; e incluso existen conversaciones entre el español Banco Popular (el tercero en la clasificación) y el portugués Banco Nacional de Crédito Inmobiliario para la adquisición del último por el primero. Pero también hay casos de experiencias fracasadas, como las de BBVA y Unicredito italiano, o la del británico Lloy's con el grupo holandés Fortis.

Y otra incógnita: ¿las desinversiones de SCH están destinadas a protegerse ante los quebrantos latinoamericanos o a hacer caja para iniciar alguna otra operación bancaria?

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