Salvamento marítimo bajo sospecha
Fomento desconfió hace dos años de una actuación irregular en el rescate de un buque gasístico del mismo remolcador que intervino en el caso del 'Prestige' al que pretende denunciar ahora
Un desastre medioambiental amenazó Galicia el 25 de enero de 2001. Ese día, el buque argelino Ramdane Abane, que transportaba 55.000 toneladas de gas licuado sufrió una avería en el motor que le dejó sin gobierno a las once de la mañana. Navegaba a sólo 20 millas de las costas gallegas. Casi como el caso Prestige. El capitán dio la alarma. La Sociedad estatal de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar) organizó inmediatamente un dispositivo de rescate, que incluía dos remolcadores con contrato público: el Ría de Vigo y el Ibaizábal I. La operación fue compleja: el barco, sin luz, se hizo invisible en la tormentosa noche. Hubo que iluminarlo con el foco de un helicóptero bajo vientos de 120 kilómetros por hora.
El 'Ría de Vigo' participó en el auxilio a un buque con 55.000 toneladas de gas licuado
El ministerio se niega a informar sobre el expediente abierto a la empresa remolcadora
Mientras los remolcadores pugnaban por engancharlo con olas de ocho metros, el Ramdane Abane llegó a estar a sólo nueve kilómetros de Muxía. Finalmente, a las 22.30, el Ría de Vigo hizo firme el remolque. Tras reparar su maquinaria, el barco emprendió a la mañana siguiente su viaje a Francia.
Las casi 12 horas entre la avería y el remolque efectivo ¿se debieron sólo a la dificultad de la operación? El presidente de la asociación nacional de titulados de Náutica Pesquera, José Manuel Muñiz, opinó entonces que el buque estuvo "bastante tiempo a la deriva" y que no era "normal" que hubiese llegado a estar a sólo cinco millas de la costa. El ministerio de Fomento también sospechó.
Abrió un expediente informativo a Remolcanosa, propietaria del Ría de Vigo, días después de esta amenaza de tragedia. Quería averiguar si los remolcadores, además de pugnar contra el viento para remolcar al buque, se disputaron unos contratos privados por el salvamento pese a que acudían como dispositivo público de salvamento.
Inspección
La dirección general de Marina Mercante hizo llegar a Sasemar un "informe de la inspección General del Ministerio de Fomento solicitado por el subsecretario [Adolfo Menéndez] por orden del 20 de marzo con los resultados del expediente informativo sobre la emergencia ocurrida el 25 de enero de 2001". El informe de Fomento daba noticia de "la existencia de una oferta para realizar el remolque de dicho buque a la ría de Ares por parte de los remolcadores Ría de Vigo e Ibaizábal I". El director de Sasemar, Javier Gárate, según ha comprobado documentalmente este diario, pidió cuentas en junio de 2001 a las propietarias de los remolcadores, Sertosa y Remolcanosa. Gárate les indicó que Sasemar desconocía que ambos remolcadores hubiesen realizado tal oferta privada y, lo que es más grave, les informó de que esa iniciativa podría "afectar a los contenidos de los contratos de ambas unidades" y dar lugar a "las responsabilidades que pudieran desprenderse". Por todo ello, les exigió que le hicieran llegar "por escrito" los "pormenores y documentación de los contratos mencionados".
Funcionarios de Sasemar confirman la apertura del expediente informativo. De hecho, inspectores de Fomento se desplazaron a Galicia para interrogar sobre el rescate al capitán marítimo, al jefe de la torre de Fisterra y a los dos funcionarios de guardia durante el incidente, según fuentes de la administración marítima. El rescate del Ramdane Abane tuvo una extraña ola final: Remolcanosa y Sertosa pleitearon, según funcionarios y expertos que conocieron dicha pelea jurídica, para reclamar el embargo de la carga del buque en pago de lo que presentaron como un rescate, pero la propietaria del Ramdane Abane esgrimió que se trató de un mero remolcaje. A partir de ahí, el desarrollo del expediente informativo se pierde en la bruma.
El pasado 8 de diciembre, el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, anunció que había ordenado a la abogacía del Estado emprender "las acciones jurídicas" que procedieran contra Remolcanosa por presunto "incumplimiento" de su contrato de "exclusividad" en el rescate del Prestige. El motivo de la demanda, según explicó Cascos, era por negociar con el armador un precio privado de rescate cuando acudió como remolcador público. Pese a la analogía de los hechos, el ministro no mencionó el antecedente del Ramdane Abane. Este periódico ha llamado durante los últimos siete días al ministerio de Fomento para conocer el final del expediente informativo. Los portavoces del ministerio contestaron con el silencio.
La empresa Sertosa, dueña del Ibaizábal, tampoco ha querido contestar. Remolcanosa sí ha respondido: "No existe ningún expediente informativo, y sí un mero canje de correspondencia entre dos sociedades" en relación con dicha asistencia. Y excusa no mostrar la documentación del "canje de correspondencia" por mor de la "confidencialidad" de su relación con Sasemar. El segundo expediente, el anunciado a bombo y platillo por Álvarez-Cascos, tampoco ha enganchado aún a Remolcanosa. "Nadie nos ha pedido ni datos ni explicaciones. Somos nosotros los que, verbalmente y por escrito, nos hemos ofrecido a Fomento y a la abogacía del Estado, para colaborar y explicar cuanto necesiten". Pese a tal iniciativa, ni unos ni otros, según Remolcanosa, les han exigido un solo papel ni explicación sobre su trabajo durante el accidente del Prestige. Remolcanosa defiende así su actuación: "No negociamos un rescate privado en el caso del Prestige, pero aunque lo hubiéramos hecho habría que conocer las cláusulas de nuestro contrato para saber si podíamos o no hacerlo. Porque hay que saber que si nosotros negociamos, Sasemar también cobra una parte del rescate".
Un portavoz de Remolcanosa aseguró que su empresa había sufrido sólo dos expedientes menores por realizar una maniobra de atraque en Canarias, cuando debió remolcar sólo hasta la boca del puerto, y por una mancha de hidrocarburos en el Estrecho de Gibraltar de un buque que socorrió. La investigación del Ramdane Abane no impidió que días atrás, Remolcanosa lograra renovar la concesión del servicio de salvamento marítimo en la costa de Galicia.
Remolcanosa no fue la única empresa que acudió como contratista público a rescatar el Prestige y acabó como salvador privado. Técnicas y Obras Subacuáticas (Tecnosub) tiene desde 1997 contratos con Sasemar. Su contrato, según documentación en poder de este diario y confirmación de la empresa, afecta a lo siguiente: "Aportación de medios materiales y humanos para actuar en operaciones especiales de salvamento marítimo y lucha contra la contaminación derivadas de siniestros marítimos y/o en su prevención, así como participar en tareas de formación". Tal perfil de actuaciones se correspondía con el accidente del 13 de noviembre del Prestige. Y, por ello, Sasemar desplazó como parte de su estructura al Prestige a cinco técnicos de esta empresa un día después. Lo sorprendente es que esta misma empresa desplazó el día 15 otro grupo de cinco expertos al buque siniestrado, pero ya no iban en calidad de adjudicatarios de un servicio público, sino de empleados de la empresa privada que el armador había designado como cosalvador del buque: Tecnosub. Desembarcaban en el buque accidentado con los técnicos de Smit Tak, la empresa privada elegida por el armador del Prestige para salvar el barco.
Directivos de esta empresa, con sede en Tarragona, consultados por este diario aseguran que tal duplicidad de actuaciones no vulnera su contrato con el Estado.
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