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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Afán inquisitorial

Algunos dirigentes del Partido Popular están a la que salta ante cualquier movimiento, punto de vista o reflexión que se aparte mínimamente de lo que ellos consideran la "verdad oficial" en cuanto a estrategia antiterrorista y, en general, en lo referente a la situación política en el País Vasco. Los reproches que lanzó el secretario general del PP, Javier Arenas, aumentados hasta la caricatura por el portavoz Rafael Hernando, contra el nuevo secretario general de las Juventudes Socialistas de Euskadi, Eduardo Madina, por debatir durante el congreso de la organización la posibilidad de una consulta popular en un futuro libre de violencia terrorista en el País Vasco, sólo se explican desde un afán inquisitorial por controlar y ahogar cualquier reflexión o debate sobre la cuestión.

Porque se trata de eso: de impedir de raíz el debate de cuestiones que no son dogmas políticos, pero que el secretario general y otros dirigentes del PP presentan como tales, en lugar de esperar a criticar los resultados de tal debate si no están de acuerdo con ellos. En eso radica la actitud sectaria de Arenas y de cuantos han lanzado su precipitado anatema constitucional sobre los jóvenes socialistas vascos, al margen de la oportunidad o no de su propuesta, finalmente descartada y sustituida por una referencia genérica a "un debate sobre el territorio, dentro de una España plural y de una Europa cada vez más unida".

A algunos podrá parecerles quimérico que los jóvenes socialistas vascos intenten exorcizar ciertos términos utilizados en exclusiva por el nacionalismo vasco por el procedimiento de compartirlos ellos también, si bien desde otros presupuestos ideológicos. Pero ese intento sólo lo pueden hacer jóvenes militantes que tienen una vida política por delante y que, si se equivocan, pueden rectificar a tiempo.

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Lo que constituye una manipulación es confundir ese planteamiento -como se han permitido hacer Arenas y Hernando- con el plan soberanista de Ibarretxe o con el nacionalismo más radical, e incluso considerarlo contrario al Pacto Antiterrorista, al Estatuto y a la Constitución. Parece como si el PP hubiera utilizado a los jóvenes socialistas de Euskadi para intentar poner en apuros a sus compañeros de la dirección del PSOE y echar una cortina de humo en un momento de credibilidad bajo mínimos del Gobierno por su pésima gestión del desastre del Prestige.

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