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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Banco de emisiones

La Unión Europea aprobó la semana pasada la apertura del mercado de emisiones de gases de efecto invernadero a partir de 2005, tres años antes de que entre en vigor con carácter generalizado, como prevé el Protocolo de Kioto sobre limitación de vertidos a la atmósfera de este tipo de gases.

Los compromisos asumidos por la UE (y por otros países signatarios de dicho Protocolo) suponen una reducción modesta de las emisiones para el periodo 2008-2012 con respecto a las registradas en 1990. Cada Estado europeo contribuirá de forma distinta a la reducción global. Por ejemplo, España puede aumentar sus emisiones en un 15% debido al bajo nivel del que parte en comparación con otros países, aunque ya ha superado con creces su propio límite. Los Estados adjudicarán a su vez derechos de emisión a las empresas, en función de su naturaleza y tamaño, con el fin de alcanzar el objetivo global. Esos derechos de emisión supondrán ya un esfuerzo de reconversión tecnológica y energética en esta primera fase y más todavía a partir del periodo 2008-2012.

El mercado de emisiones supone que las empresas que consigan situarse por debajo de los máximos asignados podrán vender los derechos no utilizados a otras que los necesiten, beneficiándose así de su mayor diligencia. En la actualidad no hay incentivos suficientes para afrontar las inversiones y los cambios de hábitos y procedimientos que requiere la reducción de la contaminación atmosférica; es de esperar que la apertura de este mercado proporcione esos incentivos.

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La decisión de iniciar este camino con antelación está motivada por el deseo de ensayar procedimientos que serán de aplicación general a partir de 2008 y que podrán jugar un importante papel en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. De todas formas, el Protocolo de Kioto ha perdido una gran parte de su eficacia al negarse a suscribirlo Estados Unidos, que es el país más contaminante en términos absolutos y per cápita. La apertura del mercado puede tener el riesgo, además, de desincentivar la toma de decisiones incómodas en los países más desarrollados si encuentran una forma fácil y barata de adquirir derechos de emisión de países o sectores deprimidos que cuenten con derechos que no pueden usar.

La adecuada integración de este tipo de medidas con sanciones severas para quienes superen los límites establecidos, la presión sobre los países no signatarios y una política consistente de desarrollo de fuentes de energía no contaminantes, será la única posibilidad de detener el progresivo deterioro de nuestra atmósfera.

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