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Reportaje:

El equipo de Lula

Un ex trotskista para Hacienda y un ex banquero, hombres fuertes del nuevo Gobierno brasileño

El futuro ministro de Hacienda de Brasil, Antonio Palocci, confirma lo ya sabido: es posible dejar de ser trotskista; ahora le toca al futuro presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, demostrar que es posible dejar de ser banquero. Ambos nombramientos han sido un claro mensaje del presidente electo brasileño a los mercados fianancieros que deben comenzar a digerirlos en las próximas semanas.

La observación irónica de la comentarista de economía del diario conservador O Globo refleja bien la insólita situación vivida en Brasil tras los nombramientos, por parte del presidente electo, Luis Inácio Lula da Silva, del futuro ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y del nuevo presidente del Banco Central, Henrique Meirelles: "Un ex trotskista inspira confianza al mercado, que muestra desconfianza hacia un ex banquero". Tras semanas de exigencias y presiones, la reacción de los agentes financieros al nombramiento de Palocci y Meirelles ha dejado atónitos a los analistas. Totalmente positiva en relación al primero, absolutamente tibia (al menos en un primer momento) sobre el segundo.

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Sea como sea, si todavía no se aclaró con detalle cuál será la política económica del Gobierno del PT, ya fueron dadas todas las pistas: Palocci es un negociador hábil, y su aura de moderado le abrió amplio espacio entre empresarios y financieros brasileños. Defiende un primer año de austeridad, de control rígido de la inflación, de ajuste fiscal. La política de metas establecida con el FMI será mantenida, aunque algunas de esas metas -principalmente las referentes al superávit primario y a de inflación- están expuestas a sufrir modificaciones.

Meirelles viene en los últimos meses con un discurso que logra ser, al mismo tiempo, cercano a la política económica de los ocho años del presidente Cardoso y de la moderación exhibida por su futuro jefe. Tan pronto fue confirmado como presidente del BC, aseguró que la institución es "la guardiana de la moneda y, como tal, tiene la responsabilidad de mantener baja la inflación". Dijo también que la "finalidad de cualquier política económica es el crecimiento". Claro que no son declaraciones que logren superar en un milímetro el terreno de lo obvio, pero al menos no se despachó con un discurso típico de mercado, que iría de encuentro al discurso político del futuro gobierno.

Lula da Silva no sorprendió a nadie al confirmar lo que todos sabían desde hace semanas: Palocci, un médico de 42 años, será su hombre fuerte en todo lo que se refiere a política económica. Ya el nombramiento de Henrique Meirelles, un ingeniero de 57 años, soltero, con posgrado en administración de empresas, para ser la máxima autoridad monetaria de su Gobierno, sorprendió a correligionarios, adversarios y analistas políticos.

En una clara muestra de que el furor especulativo está lejos de calmarse, la confirmación de su nombre provocó, en un primer momento, la caída en la Bolsa y una subida en la cotización del dólar. Hasta el jueves se decía que la moneda estaba presionada porque Lula tenía dificultades en conseguir a alguien "aceptable" por los mercados para presidir al BC. Las primeras reacciones al nombramiento a Meirelles fueron, bajo muchos aspectos, desconcertantes. Rápidamente surgieron críticas: su perfil corresponde al de un ejecutivo, pero no al de un operador de mercado; le falta experiencia política; le falta peso académico; le faltan conocimientos más consistentes de macroeconomía. Y, para sorpresa final, desde el mismo jueves pasó a circular una nueva advertencia: mientras no se sepa quiénes serán los directores del Banco Central, principalmente el de Política Monetaria, "la tensión persistirá". El viernes, al cierre del cambio, el dólar había cedido un poco frente al real, pero seguía cotizándose por encima de los 3,70 reales.

Aunque sea cierto que Meirelles no ha sido, ni mucho menos, la elección inicial de Lula, su indicación contó, en la alta dirección del PT, con dos respaldos fuertes, el de José Dirceu, futuro coordinador político del nuevo Gobierno, y Aloisio Mercadante, importante asesor de Lula para temas económicos.

Su trayectoria profesional tiene pocos puntos de convergencia con el ideario político del PT. Durante 28 años trabajó para el BankBoston. Ha sido, entre 1974 y 1996 presidente del Banco en Brasil, y luego se tornó el primer presidente mundial de la institución nacido fuera de Estados Unidos. Ocupó ese puesto entre los años 1996 y 2001.

Antonio Palocci (izquierda) y Henrique Meirelles, tras conocerse sus nombramientos.
Antonio Palocci (izquierda) y Henrique Meirelles, tras conocerse sus nombramientos.REUTERS

Atención urgente

La confirmación de Palocci y Meirelles para puestos vitales en el futuro Gobierno indica que, por más que Lula haya reiterado que el foco de su acción política sería el campo social, la situación de la economía brasileña merece atención de urgencia. Y por tal motivo, la indicación de un político de extremada habilidad y visión administrativa pragmática, como Palocci, para ser la máxima autoridad en política económica, señala cuáles serán los lineamientos iniciales del nuevo Gobierno.Ya el nombramiento de Meirelles tuvo como objetivo claro indicar la opción por un técnico de comprobada capacitad ejecutiva, sin ninguna militancia política que pudiese sugerir cambios radicales en la economía. Al menos en las primeras apariencias, al PT poco le importa tener como presidente del Banco Central a un hombre recién salido de la presidencia mundial de uno de los conglomerados financieros más robustos del planeta.

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