Sopas de todo el mundo para el Raval
El barrio disfrutó con una degustación de platos típicos de distintas culturas
La noche del sábado al domingo no fue especialmente fría, pero eso no desanimó a los numerosos vecinos del Raval que quisieron dar calor al cuerpo con un sorbo de sopa caliente en plena calle, en los jardines del Doctor Fleming. La asociación Almazen (compuesta por un grupo de artistas que trabaja en el barrio) organizó el pasado fin de semana Sopa de Soupes, una iniciativa que se engloba en las campañas de integración de las distintas culturas que conviven en Ciutat Vella. Sopa de Soupes ofrecía la posibilidad de degustación de 15 sopas diferentes propias de la gastronomía de otros tantos países. Y lo hacía en un momento intermedio en el calendario entre el Ramadán (cuando los musulmanes degustan la harira) y la Navidad (en la que las familias catalanas toman la sopa de galets). Los dos platos se ofrecieron junto con otras sopas calientes elaboradas de forma desinteresada por restaurantes y asociaciones del Raval. El único requisito que se exigía es que no incluyeran entre sus ingredientes cerdo, para que pudieran tomarlas todos sin romper sus normas religiosas.
"Queríamos reunir a los vecinos en la calle como un acto que va más allá de las instituciones y mostrar la cultura popular como un producto de calidad que elaboramos entre todos", explicó Macarena González de Vega, miembro de la asociación Almazen. La artista destacaba que 11 restaurantes habían preparado los platos de forma gratuita, que la instalación eléctrica la había aportado la propietaria de una ferretería y que los artistas que animaban la original cena actuaban también de forma desinteresada, como Rosa Zaragoza, que narró a los asistentes el cuento Las sopitas del mundo. En total se distribuyeron casi 450 litros de sopa. Algunas cacerolas se vaciaron en tan sólo 25 minutos y hubo que reponerlas. La fiesta de las sopas comenzó a las 19.00 y se prolongó hasta la llegada de la medianoche.
"Es una forma de conocernos un poco mejor", comentaba una de las comensales, que recomendaba la sopa de pescado con arroz. En los jardines del Doctor Fleming (entre la calle del Carme y la del Doctor Dou) se reunía principalmente la gente del barrio, algunos jóvenes atraídos por la idea de la integración, niños que jugaban al balón entre sopa y sopa, y algún que otro indigente que no podía dejar escapar la ocasión de tomar algo caliente de forma gratuita al menos una noche de diciembre. "Lo que queremos defender es que somos diferentes como seres humanos, pero pertenecer a una u otra cultura no es lo que nos hace distintos. La muestra es que todos disponemos de pequeñas cosas, gestos, que nos unen, como es la sopa", afirmaba Macarena González de Vega.
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