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Reportaje:

Señora de los Bermejales

La presidenta de una asociación de barrio sevillana lidera una cruzada considerada racista por el alcalde

Reyes Rincón

Para unos es una Juana de Arco del siglo XXI que ha puesto patas arriba a media Sevilla para que no se construya un centro de servicios sociales en el barrio de Los Bermejales. Otros, incluidos dirigentes del PSOE y de IU, la acusan de "xenófoba" y de alentar comportamientos racistas entre los vecinos de una zona que, además de contar con un asentamiento chabolista, presenta la más alta tasa de viviendas sociales en la ciudad -una por cada 21 habitantes-.

A Concepción Rivas, que el pasado miércoles cumplió 63 años, todos la conocen como Conchita, la presidenta de la asociación Bermejales 2000, que abandera la idea de que el centro social que el Ayuntamiento quiere construir en la zona supondrá "la muerte del barrio".

"Aquí ya hay una Unidad de Trabajo Social y no nos hace falta un centro de servicios sociales, que sirve para cubrir necesidades que nosotros no tenemos", sostiene Conchita, quien entiende que este centro atraería diariamente hasta Los Bermejales a "miles de personas que necesitan esos servicios, pero que son conflictivos". En Sevilla hay ya dos de estos equipamientos, en los barrios de la Macarena y San Pablo, en los que se ofrecen las prestaciones básicas de los servicios sociales, como información y asesoramiento, ayuda a domicilio y programas preventivos y de rehabilitación de drogodependencias.

En apoyo a su causa, la asociación que preside Rivas ha recogido 4.000 firmas en un barrio de 6.500 vecinos, lo que, según Conchita, la acredita para defender su postura como la mayoritaria en Los Bermejales. Muchos vecinos, sin embargo, aseguran lo contrario. "Las firmas se recogieron cuando la gente no sabía ni lo que era un centro social. Yo hasta fui a la primera manifestación y la firma de mi mujer está en esa lista, pero ya nos hemos dado cuenta de qué quieren y nos hemos quitado de en medio", asegura un vecino activo que no quiere dar su nombre por miedo a represalias. "Está deseando engancharme", asegura.

Los defensores del centro social y del realojo de los chabolistas en Los Bermejales se organizaron en una plataforma para exigir viviendas y servicios para esos otros vecinos del barrio, pero poco a poco ha ido acallando su voz. Según este vecino, una de las razones de ese silencio son las amenazas y los daños consumados que algunos han sufrido en coches o viviendas. Aseguran que "como Conchita te ponga la cruz, puedes tener lío en el barrio".

Rivas, sin embargo, argumenta que nadie ha probado nunca esas acusaciones, mientras que ella sí que tiene testigos e interpuso una denuncia contra unos chabolistas que la amenazaron en el supermercado. "Me dijeron que gente de Cáritas les había contado que toda la culpa de que ellos no tengan casa es mía", cuenta Conchita. "Y me dijeron que me iban a sacar los ojos, a matarme y a tirarme al asentamiento para que me comieran las ratas, y a mi me entró una crisis de ansiedad y me tuvieron que llevar al hospital", recuerda.

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Los que disienten de la causa de Bermejales 2000 advierten de que la actitud de la presidenta de la asociación de vecinos demuestra "que es una persona poco tolerante". Conchita se defiende: "Yo he luchado siempre por lo que he considerado injusto, abusivo, irracional". "Para mí existen las personas, no las razas", dice.

Ama de casa y madre de siete hijos, recuerda que su primera batalla civil la ganó cuando a su marido militar lo trasladaron de la localidad sevillana de Constantina a la capital y le asignaron a la familia un piso de 70 metros cuadrados. "Me rebelé, le escribí al jefe del patronato de casas del Ejército del Aire y a los ocho días nos dieron dos casas unidas", asegura.

Su batalla en los últimos meses se ha centrado en desgastar la imagen del alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, a quien acusa de "engañar a los vecinos y no respetar el deseo de la mayoría". Durante la campaña electoral de 1999, Monteseirín firmó con Conchita un contrato programa en el que se comprometía a construir en el barrio un centro cívico, un equipamiento que suele albergar a las asociaciones del barrio y en el que se imparten talleres y cursos para los vecinos de la zona. Unos meses después, el ya alcalde anunció el proyecto del centro social, al que se opone Conchita.

Desde el PSOE se ha alertado en varias ocasiones -la última esta semana, por parte de Isaías Pérez Saldaña y el propio Monteseirín- del "peligro" de que se extiendan unos planteamientos que consideran "racistas", al tiempo que aseguran que Conchita se mueve por intereses partidistas en contra del alcalde y su grupo. Para unos, Rivas simpatiza con los andalucistas; para otros, con los populares. Ella insiste en que no milita en ninguna formación y que su asociación es estatutariamente "independiente de cualquier partido político". "Yo me comportaría igual si el que hubiera hecho esto fuera un alcalde del PP o del PA", asegura.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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