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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un serio revés espacial

El fracaso del lanzamiento del nuevo supercohete europeo Ariane 5 no puede ser más inoportuno. Un accidente así nunca es intrascendente, porque un revés serio en el difícil sector espacial se lleva siempre por delante inversiones millonarias en investigación y desarrollo y ocasiona retrasos muy costosos en los programas científicos. Pero el fallo del motor principal del Ariane 5, que probablemente desencadenó la catástrofe en su vuelo inaugural el pasado miércoles, se ha producido justo cuando han irrumpido otras ofertas en el duro mercado internacional de cohetes y en una época de vacas flacas en cuanto a clientela.

Todas las potencias espaciales han sufrido batacazos en algún momento. El fallo reciente de un cohete ruso Protón, que acabo en la pérdida del costosísimo satélite europeo de comunicaciones Astra 1K, demuestra que nadie está a salvo del error, o de la mala suerte, o de uno de los múltiples factores que determinan el éxito o el fracaso en una actividad tan arriesgada como la espacial. También los cohetes estadounidenses pasaron una racha penosa hace no tanto tiempo con varios lanzamientos fallidos. Y a este lado del Atlántico, la primera versión del Ariane 5 estalló en su vuelo inaugural, en 1996.

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Un fallo en el sistema de refrigeración, causa más probable del fracaso del Ariane 5

El sector espacial europeo, incluyendo científicos, ingenieros, industrias y la Agencia Espacial Europea, ha demostrado que se codea con los mejores en actividades como los cohetes, las misiones científicas o la observación de la Tierra, y con una financiación muy inferior a la estadounidense. Los Ariane, además, son el resultado del esfuerzo colectivo de prácticamente todos los países europeos, incluida España, que aunque no está entre las potencias se ha ganado el prestigio de socio pequeño, pero muy fiable.

El entramado científico-técnico e industrial que desarrolla los lanzadores y los satélites depende del apoyo institucional y está intentando superar la mala situación del sector. Las empresas y los consorcios resultantes de las fusiones de finales de la década pasada reclaman más inversión y empeño por parte de los países para hacer frente a los competidores de EE UU -con mercado propio- y a una oferta rusa que era inexistente en el ámbito comercial hace una década. El apoyo institucional tendrá que ser ahora especialmente sólido si se quiere que el espacio europeo afronte la crisis abierta por el fracaso del nuevo Ariane 5 y mantenga su nivel en este sector clave de la alta tecnología.

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