La oposición iraquí busca un acuerdo político para dirigir la transición sin Sadam Husein
EE UU busca un hombre como el afgano Karzai capaz de pilotar una democratización
Son muchos y revueltos. La oposición iraquí, desde hace años dividida y enfrentada, reunió ayer en Londres a 330 representantes. Es el gesto de unidad más importante ante la que consideran inminente caída de Sadam Husein. De la reunión, que acabará hoy, se espera un llamamiento a favor de la democratización de Irak y un comité de 40 dirigentes que dé una imagen homogénea. Todos ocultan sus cartas, pero a muchos les gustaría ser la persona destinada a dirigir la transición al estilo de Hamid Karzai, el líder pastún que se convirtió en presidente de Afganistán bajo los auspicios de Washington.
El presidente George W. Bush ha dado la orden esta semana al Pentágono: la entrega de 92 millones de dólares a seis grupos de la oposición a Sadam Husein. Aunque nadie quiere quemar su nombre lanzándose prematuramente a la carrera por el liderazgo, es muy posible que el futuro mandamás de Irak se encuentre entre los reunidos ayer en Londres.
El favorito es Ahmed Chalabi, un hombre de negocios de 57 años que fundó y encabeza el Congreso Nacional Iraquí. Aunque es mucho más conocido en el extranjero que en su propio país, que abandonó en 1958. Chalabi cuenta con el apoyo de los halcones del Congreso y del Pentágono, pero su figura suscita reticencias en el Departamento de Estado y su relación con la CIA ha sufrido vaivenes diversos.
Nacido en el seno de una familia adinerada, precisamente es el dinero uno de los puntos débiles: demasiadas acusaciones de corrupción para pensar que todas son falsas. Dicen de él que en 1989 abandonó Jordania escondido en el maletero de un coche tras la quiebra del Banco Petra, fundado por él mismo en 1977, tras transferir 80 millones de dólares a cuentas en Suiza y Líbano. Él siempre ha sostenido que aquello fue una encerrona preparada por Sadam Husein, pero la justicia jordana le juzgó en ausencia y le condenó a 22 años.
Ha tenido dificultades para justificar el uso del dinero que Washington le ha hecho llegar con generosidad para financiar sus actividades de oposición a Sadam, pero eso no le ha hecho perder el cartel de favorito de la Administración estadounidense. Carismático y controvertido, tiene el vicio de querer controlarlo todo, lo que le ha hecho perder no pocos colaboradores. Pero fue él quien convenció a Bill Clinton de que EE UU debía apostar por la caída del régimen de Sadam, una doctrina hecha suya con entusiasmo por Bush.
Pero Chabali no es el único opositor con ambiciones. El elegante Sharif Alí Bin al Husein encabeza el Movimiento Constitucional Monárquico y sueña con ser el rey de Irak que medie entre los grupos enfrentados y mantenga unido el país bajo el manto de la monarquía y la democracia. Más joven que Chabali, Sharif abandonó Irak en 1958, cuando tenía dos años, después de la rebelión que le costó la vida a su primo hermano, el rey Faisal II.
Al igual que Chabali y Sharif, el general Nizar al Jazraji, el militar de más alta graduación que ha traicionado a Sadam, también dice que su único objetivo es llevar la democracia a Irak y niega cualquier aspiración de liderazgo político. No puede abandonar Dinamarca, el país que le acogió. A finales de 2001 fue acusado de haber participado en la matanza de civiles en la ciudad kurda de Halabjah en marzo de 1988. Por eso no estuvo en Londres.
El general Wafiq Samarrai encabezó los servicios de espionaje de Sadam hasta 1991. Huyó del país en 1994, cuando llegó al enclave kurdo de Kirkik tras caminar durante 30 horas. Vivió en Jordania y Siria y encabezó una fracasada rebelión contra el presidente iraquí. Desde 1998 vive en Londres. Algunos grupos kurdos le acusan de crímenes de guerra, pero otros creen que es mejor no perseguir a los militares disidentes para no desalentar a otros que quieran abandonar a Sadam.
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