Árboles en Almería

Carta abierta a Araceli Carrasco, concejala de Aseo y Mantenimiento Urbano del Ayuntamiento de Almería

He leído declaraciones y artículos en los que usted y la anterior concejala de Jardines polemizan sobre quién ha plantado más árboles o ha cuidado mejor los jardines.

Esta polémica, aparte de inútil, me parece una ofensa para los ciudadanos, ya que, como en todo, lo primordial no es la cantidad sino la calidad, y en este caso no se trata de quien más plante, sino de quien cuide y conserve lo que se planta, y tanto en ésta como en anteriores corporaciones ésta es la auténtica asignatura pendiente.

Cada árbol que se planta tiene un valor económico que se paga con los impuestos municipales y muchas personas, entre ellas yo, estamos cansadas de ver que en determinadas zonas los árboles se plantan ya muertos, o sólo duran un día, una semana o, en el mejor de los casos, varios meses, ya que todos ellos son víctimas de coches mal aparcados, de desaprensivos de la movida, del viento, de bares que necesitan espacio para instalar sus veladores o de la carga y descarga de camiones. Así, día tras día y golpe a golpe, como en los versos de Machado, los árboles van inclinándose hasta "desaparecer", en unos casos (calles Castelar, Lachambre, Trajano, Lucano, Martínez Almagro, Eduardo Pérez, Padre Luque...), o se mantienen como testimonio de la desidia de sus cuidadores, creciendo con ejemplar resistencia, en un equilibrio inestable y agónico (calles Gómez Ulla, Lachambre, Antonio González...). Todo ello, sensibilidades aparte, implica un malgasto del dinero público cercano a la malversación.

El inventario de desgracias que sufren los árboles de la ciudad puede ampliarse con la observación de las huellas que dejan sobre sus troncos los "protectores" y cubre alcorques que en su día se colocaron (calles Real, Guzmán, Conde Ofelia, Gómez Ulla,...) y que nadie quita porque el crecimiento en grosor parece no estar previsto.

Sugiero que dejen las polémicas y que se administren bien los recursos, buscando soluciones: cuiden el arbolado y las plantas existentes enderezando, poniendo tutores, sanando heridas, y apliquen eficaces medidas disuasorias contra quienes atentan contra ellos. En caso contrario, olvídense del tema y no planten más; de esta forma las personas que día a día presenciamos el triste espectáculo de nuestros árboles y jardines dejaríamos de sufrir e indignarnos.-