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Reportaje:

El Giordano de Pérez Sánchez

En Sevilla termina el recorrido internacional de exposiciones sobre la gran figura del último barroco italiano

Alfonso E. Pérez Sánchez (Cartagena, 1935) ha participado en las exposiciones y catálogos de Luca Giordano (Nápoles, 1634-1705) que recorren en los últimos meses el itinerario Nápoles-Viena-Los Ángeles-Madrid-Sevilla. "Este interés internacional se debe a la idea de revisar los grandes nombres. A Giordano no se le había dedicado una gran exposición y a partir de Viena se han celebrado las demás", declaró ayer el académico de la Historia, ex director del Prado y comisario de los dos montajes sobre Luca Giordano en Madrid (Luca Giordano y España, salas del Palacio Real, organizada por Patrimonio Nacional) y en Sevilla (Luca Giordano. Obras maestras en el Patrimonio Nacional, Hospital de los Venerables, de la Fundación Focus-Abengoa, abierta hasta el próximo lunes día 9, visitada por 25.000 personas desde el 2 de octubre).

"Este interés por el pintor en varios países se debe a la revisión de los grandes nombres"
"El gusto por la pintura y la capacidad de gozarla no se perderá nunca"

"Ha sido un descubrimiento para el público y algunos especialistas conocer a un pintor del que se tenía la referencia como decorador en El Escorial y el Casón del Buen Retiro, pero no como pintor de caballete de extraordinaria invención y capacidad imaginativa. Es la primera vez que se han visto realmente, ya que muchos de los cuadros expuestos eran conocidos cuando colgaban en paredes de palacios reales, estaban sucios y no recibían una mirada como obra de arte, al ser considerados un complemento decorativo", señala Pérez Sánchez.

Luca Giordano -para Pérez Sánchez siempre es Giordano, "por rigor"-, conocido en España como Lucas Jordán durante los 10 años, entre 1692 y 1702, que permaneció trabajando en los palacios reales contratado por Carlos II, "es la gran figura del último gran barroco italiano". Señala que en este pintor confluye "la experiencia y sabiduría de los artistas anteriores, el arte italiano, también Rubens, al que admira profundamente, y termina el siglo como el último representante del seiscientos y anuncia lo que ha de ser el mundo del rococó, en la utilización del color y el movimiento sensual". Especialista en el barroco italiano y el Siglo de Oro español, Pérez Sánchez piensa ya, mientras se recupera de un derrame cerebral y atiende a varios proyectos personales, en otro artista que ocupa el siglo siguiente, Corrado Giaquinto (1703-1765), un napolitano que vino a España e influyó en diversos artistas, como Goya, lo mismo que Giordano.

Patrimonio Nacional tiene en sus colecciones 150 pinturas de Lucas Jordán, sobre todo en los palacios de El Escorial y Aranjuez, de los que 75 se han restaurado en los últimos dos años mediante un proyecto integral de restauración y conservación firmado con la Fundación Focus-Abengoa. A este fondo se suma el medio centenar que conserva el Museo del Prado.

Con los préstamos internacionales, Patrimonio Nacional, Prado y de colecciones privadas se pudieron montar los 80 cuadros de la exposición de Patrimonio Nacional como una visión cronológica, mientras que en la actual muestra de Sevilla se centra en 27 lienzos de la colección de Patrimonio Nacional, con temas religioso y mitológico.

"Giordano llega a España en su etapa de madurez. En la exposición de Madrid se dio una idea de la personalidad y la evolución completa del pintor, incluida su época juvenil, gracias a los préstamos del extranjero. La de Sevilla se concreta en las piezas de Patrimonio Nacional, que tiene las obras que pintó en España y algunas de las que fueron enviadas como tarjeta de visita por los virreyes y altos funcionarios de Nápoles, que querían que se conociera en Madrid y se invitara al que era el mayor símbolo napolitano del rey de España".

La selección realizada por el comisario estuvo condicionada por los espacios de las exposiciones y los cuadros restaurados. "Patrimonio y Focus han hecho una labor espléndida, que se prolonga en otras restauraciones. He participado en los consejos y orientaciones. Ahora los cuadros se ven de otra manera. Al estar limpios permite matizar el impulso genial del artista, comparar con otros de la historia de la pintura napolitana y descubrir algunos que estaban olvidados o que se habían perdido la atribución, así como identificar los temas".

Pérez Sánchez opina que este tipo de exposiciones son importantes para el estudio de los grandes artistas, para confrontar las obras tras su restauración y conocer su verdadera identificación. "Defiendo las exposiciones de carácter científico y no las que se limitan a mover cosas sin razón aparente, donde es mayor el riesgo que las ventajas. Las monográficas deben ser cultivadas y favorecidas. Las de Giordano han interesado a algunos profesores italianos, ya que ha supuesto novedad y aclaraciones en las cronologías, identificaciones temáticas y las restauraciones han provocado muchas aclaraciones. Al ver los cuadros limpios se aprecian aspectos de técnica y de color que pasan a la pintura española del siglo XVIII. Hasta ahora no se entendían sin ver la aportación de Giordano. El pintor dejó en España una huella mucho más profunda de lo que se creía. La estela sigue en Maella, en sus dibujos, y en Goya, en los cartones, sobre todo en los primeros. Sin la bóveda del Casón no se entiende san Antonio de la Florida, su estructura deriva de la tradición giordelesca".

Los frescos del Casón del Buen Retiro, edificio del conjunto del Museo del Prado, no se pueden ver al permanecer cerrado desde hace dos años por obras de reformas. Destaca el hallazgo de los frescos descubiertos en el palacio real de Aranjuez, unos 50 metros cuadrados con un tema de Jano y alegorías de virtudes, que han permanecido ocultos por un falso techo, construido en la época de Carlos IV, por la moda de reducir las alturas de los salones.

A pesar de algunas limitaciones físicas, Pérez Sánchez realiza varios proyectos que se han agolpado en los últimos meses. Además de las exposiciones de Luca Giordano, ha sido comisario de las exposiciones de las obras maestras de la pintura española en el Museo de Castres y de los Apostolados de El Greco, celebradas en Madrid, Oviedo y A Coruña. Ayer, en su estudio de Madrid, con fondo de música clásica, preparaba una nueva edición de la colección de dibujos de Jovellanos, que fueron quemados en la revolución de 1934. La primera edición de este "testimonio de un ilustrado", con prólogo de Lafuente Ferrari, es de 1965. También interviene en el catálogo crítico del Museo Lázaro Galdeano, de Madrid, cerrado por obras, en el área de la pintura española, italiana y alemana.

Dice que no hay una "escuela Pérez Sánchez". "No creo que sea cabeza de escuela. Soy discípulo y transmisor de Diego Angulo. No he creado nada, he prolongado lo que don Diego me transmitió: mirar la obra, analizarla formalmente. El análisis profundo tiene en cuenta la forma y el contenido. A veces las nuevas generaciones conocen más la literatura que el arte e ignoran la realidad física de las obras. El gusto por la pintura y la capacidad de gozarla no se perderá nunca".

Pérez Sánchez, en la exposición de Luca Giordano en Sevilla.
Pérez Sánchez, en la exposición de Luca Giordano en Sevilla.GARCÍA CORDERO
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