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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tranvía o coche de caballos

El tranvía es mucho mejor que los coches de caballos, porque para pasear a los turistas en Sevilla por ejemplo, quedan muy bien, con la Giralda, el Parque de Maria Luisa, Pero claro, Bilbao es una ciudad del siglo XXI, y aquí enseñamos el Guggenheim con Puppy, el Euskalduna, y muchas cosas más, y los coches de caballos no pegan, mucho mejor el tranvía.

En otro día le decía a una amiga que, ya que lo tenemos, se podría dar un servicio más amplio a la ciudad y alargar el recorrido hasta La Peña. Es verdad que es una idea interesada, porque vivo en este barrio y como no tenemos metro. Pero no me había dado cuenta de la verdadera filosofía que ha inspirado el hacer el tranvía: no es para la gente, es para que los turistas vean lo bonito que es Bilbao, como los coches de caballos en Sevilla. Lo que pasa es que se ha hecho con mi dinero y el de los demás vecinos, y dudo que los sevillanos pongan dinero los caballos.

A mí me ha equivocado el que el que se le llame transporte público, aunque creo que no ha sido el Ayuntamiento el que ha cometido semejante error. En unas declaraciones que escuché a una concejal en la radio decía que no importaba que el billete sea más caro que el de los demás transportes, porque en los barrios que podría ser útil (Atxuri) ya tienen autobuses a precio más razonable, y el que no quiera (pueda) pagar, que vaya en autobús.

Pero, a pesar de las explicaciones, yo sigo pensando que eso es lógico en Sevilla, donde el ciudadano de a pie no coge el coche de caballos más que cuando está enamorado (es carísimo), pero aquí lo hemos pagado todos. Y la verdad, para no usarlo, hubiera preferido unos coches-barco por la ría del tipo de los taxis de la película Blade Runner. Nos hubiera salido más barato, más siglo XXI, no interrumpirían el tráfico, no nos hubiéramos tragado las obras y los turistas igual de contentos. Yo los utilizaría también en momentos especiales de mi vida, como las góndolas en Venecia (ya se sabe que en ciertos momentos el precio del billete no importa).

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