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Tribuna:Signos
Tribuna
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El lugar de la Generación del 27

En el tiempo en el que todo puede llegar a ser arte, todo puede ser asunto para imaginar un museo. La afirmación no es exagerada. Pero que existan hoy casi una infinidad de museos posibles no quiere decir que existan una infinidad de museos viables, sostenibles o, simplemente, necesarios. Nadie conoce una fórmula de primera mano que especifique por qué, cuándo, cómo y dónde crear un museo. Pero tanto el sentido común como las más elaboradas teorías parecen coincidir en una conclusión: un museo cobra verdadera razón de ser si es capaz de intervenir de una manera eficaz en el lugar en el que se crea. Actualmente, y de manera un tanto espuria, se tiende a pensar que esta eficacia reside ante todo en las relaciones que el museo pueda llegar a establecer con la industria turística o con la industria del ocio. No es eso. No es exclusivamente eso. O no pueden ir sólo por ahí las cosas. Aunque no lo parezca, la principal eficacia de un museo, su principal rentabilidad, sigue siendo aquella que tiene que ver con las señas de identidad. Y ello desde una concepción de la identidad como algo no estanco ni dado de antemano, sino como un fluido dinámico y activo, en continuo hacerse y definirse.

Toda esta teoría previa viene al caso por un asunto: se ha vuelto a plantear en Andalucía la creación de un lugar específico, de un museo, para el encuentro con la Generación del 27. La iniciativa no es del todo nueva. Hace años -décadas ya- surgieron diversas instituciones que de una manera u otra quisieron dar presencia renovada a la Generación del 27 en el tejido cultural y social andaluz. No se trataba meramente -aunque no fuera poco- de saldar una deuda histórica: era un gesto lleno de voluntad de presente que, sin embargo, no llegó a cumplir su destino. Con el paso del tiempo, la mayoría de las instituciones planteadas con este fin perdieron su impulso inicial, bien fuera por agotamiento de la energía que las hizo surgir o bien porque hubo quien quiso que ese impulso decayera o desapareciera.

Con todo, el asunto, más que olvidarse quedó aplazado. Y quedó aplazado porque la existencia en Andalucía de un lugar específico, de acceso público, en el que encontrarse con la Generación del 27 es algo necesariamente inevitable. Son muchas las razones por las que merece la pena proyectar el legado de la Generación del 27 más allá de los ámbitos académicos especializados, pero valga mencionar ahora una de ellas. En el fondo último de su experiencia, la Generación del 27 encarnó algo que para Andalucía sigue siendo necesario: la asunción de una modernidad rica, actuante y plural, entendida como instrumento para superar un pasado construido con grandes dosis de intolerancia y demasiado ensimismado en sus rasgos atávicos. Con sensibilidad nueva, la huella de lo vernáculo y el imprescindible sentimiento de apertura y cambio que lo moderno conlleva pudieron relacionarse sin contradicciones insuperables. En definitiva, Andalucía fue redefinida por la Generación del 27 y en esta redefinición se creó un punto de partida que sigue siendo ineludible a la hora de plantear cualquier cuerpo a cuerpo con los fundamentos de nuestro propio tiempo contemporáneo. Y crear un lugar en el que este punto de partida pueda ser recordado y experimentado de nuevo hacia el futuro es, sin duda, una buena idea.

Eugenio Carmona es catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga y escritor.

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