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Signos

Joaquín Arbide retrata en un libro la Sevilla de los años sesenta

Lo que en la memoria colectiva se asocia a los años sesenta (Mayo del 68, el rock, la época hippy, la liberación sexual) no tenía nada que ver con lo que era Sevilla en esa década. "Era una ciudad provinciana y pueblerina, tediosa, donde se escuchaba más a Marifé de Triana que a los Beatles o Bob Dylan, la política sonaba a chino y la gente se aburría paseando calle arriba o abajo. Era el pueblo de Calle mayor, de Bardem", explica gráficamente el periodista Joaquín Arbide (Badajoz, 1941), autor de Sevilla en los 60 (Rd Editores).

Arbide ha aprovechado el conocimiento de personajes y situaciones que le proporcionaron sus años de experiencia en diversos medios de comunicación (desde La Voz del Guadalquivir a Radio-80, Radio Andalucía, Pueblo o Sur-Oeste, entre otros) y en el mundo del teatro (dirigió, entre 1960 y 1969, el Teatro Español Universitario de Sevilla) para escribir lo que denomina "un libro de rememoranzas". "No es un libro de hemeroteca, aunque hay documentos de archivo. Es casi un diario", comenta.

A través de sus más de 300 páginas, ilustradas con un centenar de imágenes, se describe una ciudad que era un páramo cultural. Aparte del Cine-Club Vida, el desaparecido teatro San Fernando, que se llenaba con la revista de las chicas de Colsada y los festivales de España, poco más. "No había mucho teatro, pero sí revista y zarzuela. La cultura era excepcional. Aunque existía el TEU y las Juventudes Musicales y algún movimiento literario, como Noches del Baratillo, Río del Sur y el Club La Rábida, que promovía el Opus y organizaba conciertos y conferencias". En política, algo empezaba a germinar. "Había jóvenes inquietos, más que movimientos políticos, que tomaban posiciones para cuando Franco muriera. Felipe González, Alfonso Guerra, Luis Uruñuela, Rojas-Marcos y Amparo Rubiales, entre otros, empiezan a moverse, a prepararse", añade.

Fueron los años del despegar del consumismo con la aparición de grandes almacenes como Galerías Preciados, "a donde la gente iba para ver la primera escalera mecánica", y el Corte Inglés, con edificios de nueva planta construidos sobre antiguos palacios y otros edificios del patrimonio arquitectónico de la ciudad. "La plaza del Duque se perdió", recuerda Arbide. Era una Sevilla que vivía en su mayoría dentro de las murallas, "aunque ya comenzó el éxodo desde los corrales de vecinos de Triana hacia el Polígono de San Pablo". Arbide también recuerda las tertulias de verano en la Plaza Nueva, donde los vecinos alquilaban sillas y los soldados acudían los domingos a ligar con las chachas.

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