Nicola Piovani reconoce que después del 'oscar' trabaja en lo que le gusta
El compositor Nicola Piovani reconoció ayer en Valencia, donde acudió para ofrecer un concierto dentro de las actividades de la Mostra, que el oscar que ganó en 1999 por su partitura para La vida es bella le ha permitido trabajar en aquello que le gusta. "Después de un reconocimiento como el Oscar eres mucho más requerido y tienes que estar muy atento al criterio que utilizas para aceptar lo que te proponen, no dejarte llevar por aquellos trabajos que te aseguran dinero o reconocimiento sino aceptar sólo aquellos que realmente quieres hacer", señaló el músico romano.
Piovani protagonizó ayer el único resquicio que conserva el festival del fenecido Congreso de Música de Cine, suspendido por "falta de presupuesto", según indicó Jorge Berlanga en la presentación de la Mostra, al ofrecer, en el Palau de la Música su Concerto Fotogramma, una selección de sus bandas sonoras para películas italianas como Caro diario, de Nanni Moretti, Ginger y Fred, de Federico Fellini, o La noche de San Lorenzo, de Paolo y Vittorio Taviani.
Y, naturalmente, La vida es bella, la película de Roberto Begnini por la que Piovani encontró el reconocimiento internacional. Pero el maestro romano ya era un músico conocido para el público español por su colaboración con Bigas Luna en la llamada "trilogía ibérica" (Jamón, jamón, Huevos de oro y La teta y la luna). "Bigas es un gran seductor desde el punto de vista personal y, al poco tiempo de conocerlo, parecía que éramos amigos desde hacía 50 años", afirmó el compositor romano, quien reconoció que determinadas conversaciones con el director catalán sobre temas como la comida "influyeron en la música" que compuso "para sus películas".
Referente de la mayoría de los grandes directores italianos de los últimos 25 años, Piovani eligió a Marco Bellocchio como el director con el que ha formado "el tándem más fuerte" de toda su carrera, ya que el director para el que compuso la banda sonora de Marcha triunfal o En el nombre del padre es, en su opinión, "un maestro insuperable". Algo así como Federico Fellini, quien reclamó los servicios de Piovani tras la muerte de Nino Rota con el propósito de que el compositor romano continuara "con la progresión" que había iniciado musicalmente con el maestro milanés.
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