Los inspectores de la ONU prosiguen su trabajo en Irak
Los inspectores de armas de la ONU concluyeron ayer su segunda jornada de trabajo en un clima de cooperación con los iraquíes que contrasta con la tensión que puso fin de manera abrupta a la misión de sus predecesores en 1998. Un día después de que los jefes de los expertos internacionales expresaran su satisfacción por el ambiente en que se reanudó el pasado miércoles la inspección, ayer fueron responsables de Irak quienes se mostraron de acuerdo con los métodos de los nuevos técnicos para hacer su labor. "Hasta ahora todo ha sido normal y los inspectores parecen comprometidos a no mantener controversias ante cualquier imprevisto, mientras que nosotros intentamos ofrecerles la máxima colaboración", dijo un miembro de los equipos iraquíes que acompañan hasta los lugares de supervisión a los expertos de Naciones Unidas.
La fuente, integrante de la llamada Comisión Nacional de Coordinación iraquí, y que pidió que se respetase su anonimato, subrayó "la forma tranquila y sin provocaciones con que los inspectores de la ONU llevan a cabo sus labores". Durante toda la mañana, los expertos armamentísticos internacionales realizaron inspecciones en dos fábricas de las cercanías de Bagdad, sin que se registraran problemas. "Los técnicos se han llevado muestras de suelo, árboles y otros materiales de la factoría", dijo a los periodistas Omar al Montaser, director de la empresa General Firm, del barrio de Al Dora, situado a diez kilómetros al sur de Bagdad.
Medicamentos
La compañía, en la que técnicos de la Comisión de Investigación, Vigilancia y Verificación de la ONU (UNMOVIC) pasaron cuatro horas, es propiedad del Ministerio de Salud iraquí y su finalidad declarada es el desarrollo de medicamentos de uso veterinario. Construida en 1984 con colaboración francesa, la planta fue destruida en 1996 por los inspectores de la desaparecida Comisión Especial de la ONU (UNSCOM), que abandonaron dos años después Bagdad en medio de la controversia y que decidieron desactivarla al considerar que se podía utilizar para producir armas biológicas.
Un equipo de expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) visitó la fábrica de Al Nasr, en los alrededores de Bagdad, y que producía piezas de repuesto para maquinaria hasta su puesta fuera de servicio, también por la UNSCOM.
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