Matemáticas contra el caos
Cinco profesores de la Universidad de Valencia aplican soluciones matemáticas a diversos aspectos de la vida
El lenguaje más conciso y claro históricamente, el de las matemáticas puede servir de catalizador para controlar los efectos de la naturaleza y simplificar el devenir diario: desde las guerras a cómo rentabilizar la recogida de basuras en una ciudad, o mejorar la distribución de los productos. Este es el hilo conductor de la conferencia que cinco profesores de la Universidad de Valencia protagonizaron ayer en el Aula Magna de la universidad, dentro de las actividades organizada por el Aula de Debats. A caballo entre el espectáculo cultural, la conferencia titulada De Ponts, recorreguts i laberints, fue presentada en la Universitat d'Estiu de Gandia y su originalidad la ha trasladado a Valencia.
El historiador Anaclet Pons explicó que tanto en la edad moderna como en la antigüedad "los conflictos están basadas en cómo se administra el miedo que es sentimiento individual, pero que existe como recurso colectivo". La simplificación del adversario provoca miedo, según el profesor. Y la simplicidad de las matemáticas se perfila como la solución.
Los matemáticos Àngel Corberàn y Francisco Montes retomaron el discurso e indicaron ejemplos de teorías matemáticas para resolver laberintos, y explicaron el problema topográfico que solucionó Leonhard Euler. El matemático y filósofo suizo resolvió una inquietud para los ciudadanos de Königsberg: demostró matemáticamente que era imposible recorrer la ciudad cruzando sólo una vez por cada uno de los siete puentes sobre el río de Pregel. ¿Y para qué esta sesuda reflexión? La respuesta la hilvanó el cuarto de los profesores, el economista Ramón Sala con un ejemplo actual. "El presupuesto del Ayuntamiento de Valencia en mantenimiento y limpieza supera los 613 millones de euros, es decir, que uno de cada seis euros se dedica a esto", reveló. "El ayuntamiento de Cleveland, cuando aplicó un modelo matemático a la recogida de basura ahorró el 40% de su presupuesto, hace ya veinte años". Por lo que dedujo "que estudiar los recorridos matemáticos de los camiones de basura es un ahorro". El problema del transporte no fue exclusivo. Allí también se plantearon los mejores recorridos para hacer más efectivo el reparto de correos, entre otros.
De ponts, recorreguts i laberints concluye planteando si todos los laberintos tienen escapatoria, es decir, si esquematizar los laberintos a través de las matemáticas permite una solución inquebrantable y definitiva, un resquicio a la esperanza. La historia reciente constata el fracaso matemático. El historiador Joan del Alcàzar desveló la existencia de un laberinto utópico: "El de la paz imposible", dijo refiriéndose al conflicto israelí. "El plan Clinton se fundamentaba en la aritmética", argumentó al explicar los territorios que porcentualmente recibía cada comunidad según el pacto, que fracasó. "No todo tiene una solución matemática cuando interviene el comportamiento humano", dedujo el historiador en tono pesimista.
Y es que aferrarse a la exacta ciencia cuando entra en funcionamiento la subjetividad humana estropea la historia que debía cumplirse, según el guión aritmético. "El gobierno y los afectados no se ponen de acuerdo ni en las toneladas de fuel que se derramaron con el Prestige. Hacen lecturas, según sus intereres".
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