Fracasa la puesta en órbita del mayor satélite de comunicaciones del mundo
Un módulo propulsor se desprendió del cohete de lanzamiento ruso
El satélite europeo de telecomunicaciones Astra 1K no pudo alcanzar la órbita prevista debido al fallo de un módulo propulsor, tras desprenderse éste del cohete de lanzamiento ruso, del tipo Protón-K, según las explicaciones de los portavoces de la agencia espacial rusa Rosaviokosmos. El Astra 1K, el mayor satélite de comunicaciones del mundo, había sido lanzado a las 2.04 del martes (hora de Moscú) desde el cosmódromo de Baikonur en la estepa centroasiática de Kazajistán.
La avería sucedió durante el segundo encendido de la etapa DM3, con cuya ayuda el satélite Astra 1K debía alcanzar su órbita de transferencia, fuertemente elíptica, hacia la geoestacionaria, su órbita de trabajo. El motor se desprendió del satélite sin haberle dado el impulso suficiente, dejándolo en una órbita intermedia (con una distancia de alejamiento máximo de la Tierra de 205 kilómetros y mínima de 180 kilómetros), muy lejos de los 36.000 kilómetros de altura de la órbita geoestacionaria, en la que un satélite permanece siempre sobre el mismo punto de la superficie terrestre.
Las opiniones de los expertos sobre la capacidad del satélite para superar la situación eran más bien de escepticismo, aunque los representantes de la compañía francesa Alcatel Space, la constructora del ingenio, afirmaban que éste permanecía bajo control. Si el satélite no se puede recuperar caerá, lo mismo que la etapa propulsora, a Tierra en las próximas semanas.
Bajo control
Según un portavoz de la compañía, los datos enviados por el satélite mostraban que los paneles solares se habían desplegado parcialmente y que la situación era normal. "El fin prioritario es conservar el satélite. Ahora elaboramos la estrategia óptima con el fin de proponérsela después al cliente, que adoptará la decisión", manifestó el portavoz. Propietaria del Astra-1K es SES Global, con domicilio en Luxemburgo. [En los próximos días se intentará la maniobra de elevación si la empresa propietaria no se opone, según fuentes de ésta].
Por su parte, el subdirector general de la empresa estatal espacial Jrúnichev, Denís Pivniuk, se hacía eco de las "dudas de los especialistas" sobre la posibilidad de trasladar el satélite de la órbita cercana a la tierra a la de destino, ya que la maniobra en cuestión tendría un elevado coste energético. E incluso, en el caso de poder alcanzar la órbita de trabajo, el satélite gastaría prácticamente todo el combustible en la operación, y se quedaría sin reservas para poder funcionar después. Según Pivniuk, la compañía Alcatel ejerce la dirección del aparato y toma decisiones sin participación de los especialistas rusos. Por su parte, un representante de Rosaviokosmos citado por la agencia Itar-Tass afirmaba que es prácticamente imposible llevar el satélite a la órbita geoestacionaria, debido a que sus motores tienen poca potencia y están diseñados sólo para maniobrar. El sistema de control del espacio de Rusia vigilaba ayer al satélite.
Con 5.250 kilogramos de peso y una altura de 6,6 metros, el Astra-1K es el satélite de comunicaciones mayor del mundo y debía transmitir programas de radio y televisión así como asegurar las comunicaciones móviles y de Internet con los países de Europa Occidental.
El lanzamiento del Protón-K tenía carácter comercial y se realizó en el marco de la empresa mixta ruso-estadounidense ILS (International Launch Services), en la que, por parte rusa, participa el centro estatal espacial Jrúnichev y la corporación Energia y, por parte norteamericana, la empresa Lockheed Martin.
Pivniuk declaró a la emisora El Eco de Moscú que no tenía intención de renunciar a la colaboración con la empresa Energia, fabricante de la etapa DM3, pero precisó que el lanzamiento de dos cohetes Protón previsto para fines de año dependerá de las conclusiones a que llegue la comisión especial encargada de esclarecer la avería de ayer. Los cohetes Protón K son del tipo pesado y se utilizan también para poner en órbita los módulos de la Estación Espacial Internacional.
La avería que ha afectado al satélite Astra es la segunda que sufre la cosmonáutica rusa en el último mes y medio. El 15 de octubre pasado un cohete del tipo Soyuz-U hizo explosión a un kilómetro de la base de lanzamiento en el cosmódromo ruso de Plesetsk (al norte de Rusia). En el accidente murió un soldado y ocho personas resultaron heridas. El Soyuz-U debía poner en órbita el satélite científico Fotón M, que era un proyecto conjunto de Rusia, la Agencia Europea del Espacio y otros países. La avería, según la agencia Itar-Tass, se produjo a causa de la penetración de un cuerpo extraño en el motor.
Una gran apuesta
La empresa SES Astra, del grupo SES Global, había apostado por un gran y potente satélite de comunicaciones, de más de cinco toneladas, y con una vida útil de al menos 13 años para completar su flota de vehículos en la posición 19 grados Este en la órbita geoestacionaria. Desde allí iba a cubrir todo el continente europeo, con un haz dirigido a la Península Ibérica y Canarias, que se podría captar con antenas de entre 50 y 60 centímetros solamente.Ahora, la empresa tiene que pensar qué va a hacer si no se logra recuperar el Astra-1K. La empresa ha asegurado que tiene capacidad suficiente a través de los 13 satélites de la flota Astra para mantener los servicios existentes en esa posición, desde donde se transmite la mayor parte de los canales de televisión (estos satélites son los que utiliza Canal Satélite Digital) y otros servicios de comunicaciones. Es el primer fallo en un lanzamiento que ha sufrido Astra. El nuevo satélite iba a reemplazar a tres de los antiguos y servir también de reemplazo a otros.
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