"La corrupción en Bolivia es un gran negocio"
Bolivia, con unos indicadores económicos y sociales propios del África subsahariana, es uno de los países más pobres de Latinoamérica. El pasado agosto, los bolivianos eligieron a su nuevo presidente, el conservador Gonzalo Sánchez de Lozada, que prometió acabar con la crisis económica y la exclusión social. El vicepresidente de Bolivia, Carlos Mesa, de 49 años, acudió hace días en Madrid a un encuentro del Foro Indígena (más del 50% de los bolivianos son indígenas) y desveló a EL PAÍS los planes del nuevo Gobierno.
Pregunta. En Bolivia 7 de cada 10 personas son pobres. ¿Cómo piensa su Gobierno combatirlo?
Respuesta. La inversión más importante debe hacerse en el campo donde la pobreza es entre 5 y 6 veces mayor que en la ciudad. Los indígenas, de la parte andina, son los más pobres. La cooperación internacional es fundamental ya que supera el 50% del dinero que se destina a la lucha contra la pobreza. En cuanto a la economía, pretendemos que el Estado intervenga más en aquellos sectores económicos altamente generadores de empleo como la construcción de infraestructuras, vivienda... Hay que trabajar en educación, en salud y en proyectos de riego y electrificación.
"Pedimos a Europa más apertura comercial para los productos alternativos a la coca"
P. La mayoría de los bolivianos son indígenas. El pasado agosto, Evo Morales, un indígena, estuvo a punto de convertirse en presidente de Bolivia. ¿Qué medidas piensa aplicarán para dar respuesta a las demandas indígenas?
R. El Parlamento boliviano tiene una composición histórica con un 40% de representantes indígenas. No sólo hablamos de que se hable el quechua, el aymara o guaraní, sino que además hay una treintena de etnias en el área del chaco, todas con una protección del Estado. Pero sus demandas básicas, además de la cuestión lingüística, son el acceso a la salud y a microcréditos.
P. Bolivia es uno de los principales productores de coca del mundo. La nueva composición del Parlamento también refleja las posiciones encontradas respecto a la erradicación de la coca...
R. Somos el tercer productor del mundo después de Colombia y Perú. La coca es un foco de tensión porque no hay una visión común sobre la erradicación por parte del Gobierno y los productores. La erradicación debe ser un proceso consensuado que garantice las demandas de los productores. Unas 180.000 familias están vinculadas a la coca. Sus intereses hacen que se opongan a la erradicación, que bloqueen caminos, que haya enfrentamientos que se han cobrado vidas humanas, y esto es lo que intentamos evitar. Tienen que aceptar que su coca está destinada a la droga, y en el Gobierno tenemos que encontrar respuestas para ellos. Es difícil luchar contra un producto que se cultiva dos veces al año, que no tiene grandes demandas de inversión y que tiene el mercado asegurado.
P. Ustedes se quejan además de que Europa no abre lo suficiente sus mercados a los productos alternativos a la coca...
R. A Europa le demandamos una mayor apertura comercial para dar salida a los productos alternativos a la coca. Por otro lado Argentina, que era un importante comprador de piña y plátano (dos productos alternativos) ha suspendido la demanda por la crisis. Por eso y por lo difícil que es competir con la coca, hay que replantearse los cultivos alternativos, pensar en algo más que en el desarrollo agrícola. Estamos pensando en implantar pequeñas industrias y en inversión externa, tipo las maquiladoras (zonas francas). Éste es precisamente el debate que se está llevando a cabo entre el presidente y el máximo dirigente de la coca y diputado, el señor Evo Morales.
P. Usted ha dicho que la creciente corrupción puede destruir la sociedad boliviana. ¿Qué planes tienen para combatirla?
R. Estamos trabajando en una reforma de las instituciones que garantice la despolitización de la justicia y de los funcionarios y el fin de la impunidad. Lo que hay que hacer es que la corrupción sea un mal negocio y hoy es un gran negocio en Bolivia. Hay que hacer que el que está metido en la corrupción sepa que las posibilidades de ir a la cárcel y no disfrutar de su dinero son altas. Hoy es al contrario.
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