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Haider anuncia su dimisión tras perder dos tercios de los votos en Austria

La desaparición del líder ultraderechista ayudaría al conservador Schüssel a formar Gobierno

Javier Moreno

El terremoto político que sacudió Austria en las elecciones del domingo amagó ayer con cobrarse la primera víctima. Jörg Haider, el líder ultraderechista cuyo ascenso escandalizó a Europa hace tres años, anunció su intención de dimitir como gobernador en su feudo de Carintia. "Cuando uno ha trabajado tantos años y le presentan esta factura, ya sabe qué decisión debe tomar", dijo Haider, en referencia a la deserción en masa de sus votantes, dos tercios de los cuales optaron por otros partidos. Los políticos austriacos levantaron la ceja y se limitaron a esperar a que la dimisión sea efectiva.

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Pocos creen en Austria que Haider vaya a cumplir realmente su anuncio, por no decir nadie. Conocedores de sus jugarretas, los políticos austriacos se tomaron ayer con socarronería el anuncio de dimisión. "El señor Haider ha anunciado ya muchas cosas, muchas veces, que luego no ha cumplido", dijo Maria Rauch-Kallat, la secretaria general del partido popular (ÖVP), el partido triunfador el domingo y que ha gobernado con la formación de Haider (FPÖ) los dos últimos años y medio. Socialdemócratas y verdes mostraron una actitud similar.

Las palabras exactas pronunciadas por Haider alimentaron la especulación sobre sus verdaderas intenciones. El líder ultra no dijo que hubiese dimitido, sino que afirmó sólo que tenía la intención de renunciar ante la ejecutiva del partido en Carintia, cuya reunión estaba prevista para anoche en Klagenfurt, la capital de este Estado federal. ¿Se le puede convencer de lo contrario?, preguntaron los periodistas. "Será muy difícil".

Siempre atentos a las necesidades del líder, altos cargos del partido se encargaron de difundir poco después que la sede del FPÖ en Klagenfurt se estaba viendo inundada de telegramas con sólo dos palabras: "Jörg, quédate". Entristecidos, los delegados nacionales concluyeron una reunión de la Ejecutiva del FPÖ en Viena con un ruego parecido.

Las amenazas de dimisión de Haider han sido más frecuentes que sus conocidos exabruptos, en los que alababa la política laboral de Hitler o su comprensión por el Ejército nazi. El líder ultraderechista fue elegido gobernador de Carintia por primera vez en 1989. Dos años después renunció al cargo tras defender en público los planes de empleo del Tercer Reich. Tras su ascenso en la política nacional volvió a ser elegido gobernador de su Estado natal en 1999. Su mandato expira en 2004. Además del desplome en todo el país, que le llevó el domingo a pasar del 27% de los votos en 1999 al 10,2%, Haider ha perdido la mitad del 40% de los votantes en Carintia. Un resultado que llevaría a la renuncia a cualquier otro político.

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Pero con Haider nunca se sabe. Pese a desconfiar de él, los dirigentes del popular ÖVP, del canciller Wolfgang Schüssel, recibieron ayer la noticia con cierta esperanza. Tras su éxito en las urnas, donde lograron el 42,3% de los votos y se convirtieron en el primer partido de Austria por primera vez en 36 años, los conservadores deben decidir ahora con quién forman Gobierno. La primera opción es reeditar la coalición de los últimos dos años y medio con el partido de Haider. Una salida que se vería favorecida si el dirigente ultraderechista desaparece del mapa político.

El otro drama se desarrolló en el socialdemócrata SPÖ. El histórico partido de Bruno Kreisky analizó las razones que le han llevado a perder el primer puesto en la política austriaca desde 1966 a manos de los conservadores. Pero no tomó ninguna decisión, más allá de ratificar en el puesto a su líder, Alfred Gusenbauer.

Jörg Haider, ayer, antes de una reunión con dirigentes de su partido para analizar el fracaso electoral.
Jörg Haider, ayer, antes de una reunión con dirigentes de su partido para analizar el fracaso electoral.REUTERS

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