La solidaridad, una asignatura

En muchas universidades andaluzas, la solidaridad empieza a ser un valor para los estudiantes. Eso es lo que sucede en la Universidad de Granada, donde el Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo (Cicode) ha recibido ya la solicitud de más de 400 universitarios deseosos de ayudar a colectivos desfavorecidos.

Begoña Jiménez, graduada social, dedica dos horas semanales a enseñar castellano a inmigrantes senegaleses. "Sé que todo el mundo siempre puede tener una hora a la semana para ayudar a la gente. Les enseñamos a manejarse con el lenguaje cotidiano, a conocer lo que les es más necesario para entenderse, también a resolver el papeleo", explica.

Los voluntarios del Cicode pueden servir cenas a transeúntes, participar en programas de pisos de emergencia para mujeres maltratadas, atender a las mujeres gitanas, colaborar en talleres educativos para presos. Amparo Ferrer, la directora del centro, que comenzó su programa el pasado año recuerda que en el curso pasado se apuntaron al principio más de mil estudiantes. "Al final", explica, "quedaron 100, que se lo tomaron muy en serio. Este año se han apuntado 400. Tengo la sensación de que ahora el voluntariado es más selecto y, por tanto, el número de abandonos será menor. Lo que nos interesa es la gente que se comprometa de una forma seria".

Hay datos curiosos: un 70% de los voluntarios son mujeres, y un 30%, varones. La mayoría procede de carreras como Psicología o Filosofía. "Los estudiantes de Ciencias escasean frente a los de Humanidades", dice Ferrer.

Begoña Jiménez se muestra absolutamente satisfecha. "La verdad es que te sientes bien cuando luego te encuentras con la gente a la que les has dado clase por la calle, vendiendo sus cosas. Se les nota el agradecimiento, y eso es muy importante". Aunque no aporte créditos para las notas.