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Tribuna:POR LA IGUALDAD DE GÉNEROS
Tribuna
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Violencia global contra las mujeres

Hoy se conmemora el día internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres y el trato discriminatorio

La violencia que padecen las mujeres a lo largo y ancho del planeta es de naturaleza diversa y sus características vienen determinadas por la cultura, las costumbres, las tradiciones e incluso las creencias religiosas. En los países más avanzados en derechos y libertades, el acceso de las mujeres a la educación, al voto, al empleo, así como la puesta en marcha de políticas de igualdad constituyen instrumentos muy eficaces para situar a las ciudadanas en una posición indudablemente mejor que la de aquellas que viven en países en los que la falta de desarrollo económico viene, además, acompañada de falta de democracia, o ausencia de separación entre religión y Estado. La situación de las mujeres no es comparable entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo, pero la violencia que se ejerce contra ellas comparte muchos elementos y tiene una relación directa con la posición que ocupan las mujeres en cada una de esas sociedades.

De los 1.500 millones de seres humanos que viven en la extrema pobreza, el 70% son mujeres
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De acuerdo con el Informe de Desarrollo Humano que publica anualmente el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), "en ninguna sociedad las mujeres están seguras o son tratadas igual que los hombres; la inseguridad personal las persigue desde la cuna hasta la tumba. Desde la niñez hasta la vida adulta sufren abusos debido a su género".

El género femenino es el "segundo género", tanto en los países más desarrollados como en los menos, tanto en la civilización occidental como en la oriental, en el Norte como en el Sur, en la tradición judeocristiana como en la musulmana. En los países más avanzados las mujeres han sido consideradas "menores de edad legal" hasta entrado el siglo XX y, en la mayor parte del mundo, siguen careciendo de los derechos básicos.

La socialización diferenciada de los niños y las niñas tiene por objetivo seguir organizando el mundo sobre la base de un sistema de valores profundamente injusto y desigual que sitúa a las mujeres "bajo el dominio" de los hombres. Se trata de introducir en las niñas, lo antes posible, un sentimiento de inferioridad, debilidad, sumisión y "culpa" y un mandato de responsabilidad, atención y cuidado hacia los demás. Después se verán enfrentadas a una sociedad que exigirá de ellas el desempeño del papel que se les inculcó de niñas.

Ellas lo reconocerán en los mitos y las fantasías, en los cuentos y las canciones infantiles, en el lenguaje y las tradiciones populares, en los libros de texto (aquellas que tengan ÁCCESO a la educación), en las leyes, en la consideración de sus propias familias, en la educación sentimental, en el trato con sus maridos... Sólo algunas conseguirán escapar de la dependencia de los hombres, pero la mayoría sufrirá de la falta de autonomía que condena a la obediencia, la sumisión y el silencio y desde esa posición será muy difícil combatir la violencia a la que van a tener que enfrentarse. La violencia contra las mujeres es la punta del iceberg de la subordinación, de la desigualdad, de la discriminación generalizada de las mujeres con respecto a los hombres.

Su raíz es muy profunda y se alimenta de la falta de oportunidades y de la carencia de medios y de poder que padecen las mujeres a pesar de que constituyen más de la mitad de la población mundial. De los 1.500 millones de seres humanos que viven en la extrema probreza (menos de un dólar al día), el 70% son mujeres. Según datos del PNUD, en los países en vías de desarrrollo mueren cada año al menos 200.000 mujeres en edad reproductiva víctimas de la violencia, sin contar los 100 millones de las llamadas "mujeres perdidas" -aquellas que estarían vivas si no se practicara el infanticidio, el abandono o el aborto inducido por el sexo del feto-. En la India se producen 10.000 casos al año de infanticidio femenino.

En América Latina, más de la mitad de las mujeres han sido víctimas de agresiones en sus hogares y el 33% padece abusos sexuales (Comisión Económica para América Latina y el Caribe-Naciones Unidas). En el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud, 130 millones de mujeres han sufrido mutilaciones genitales y cada año están expuestas a estas prácticas dos millones de niñas y de jóvenes, a pesar de que aproximadamente en la mitad de los 25 a 30 países africanos en los que sigue vigente esta práctica se han aprobado leyes que la condenan total o parcialmente.

Europol asegura que, en los países miembros de la Unión Europea, una de cada cinco mujeres reconoce haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. La violencia de género es la principal causa de muerte o invalidez entre las europeas de 16 a 44 años, por encima del cáncer o de la guerra, según el informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de septiembre de 2002.

En España han sido asesinadas en lo que va de año 65 mujeres y desde 1996 han perdido la vida más de 470.

La violencia en el ámbito doméstico, las violaciones, el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, los abortos selectivos, la eliminación de niñas, las mutilaciones genitales, los matrimonios forzados, el repudio, las lapidaciones, son expresiones terribles de un sistema de poder injusto basado en la sumisión de unas frente a los otros.

El mundo democrático y desarrollado, con el Estado de derecho a la cabeza, no puede seguir permitiendo este nivel de sufrimiento, de desesperación y de inseguridad en el que viven tantos millones de niñas y de mujeres y que representa la máxima expresión de una discriminación flagrante: aquella basada en el sexo con el que nacemos.

Entre 1975 y 1995, las conferencias internacionales se han pronunciado sobre la violencia contra las mujeres y la han vinculado a los problemas de desigualdad. La Declaración contra la Violencia de Género adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993 y la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre las mujeres -Pekín 1995- son los referentes más sólidos del compromiso internacional en favor de la protección del derecho de las mujeres a su integridad física, a su dignidad, a su libertad y a su emancipación. En ambos documentos se define la violencia de género como una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación que aleja a las mujeres de la participación social y de la posibilidad de desarrollo de sus capacidades.

En los últimos 20 años se han logrado tímidos avances, tal vez el más importante haya sido el de situar en el debate público un problema hasta ahora considerado de orden privado. La creciente preocupación de los medios de comunicación y de la sociedad por las víctimas de la violencia constituye también un dato para la esperanza. Pero cualquier acción política, cualquier plan o declaración internacional que pretenda tener éxito deberá partir de un análisis que tenga en cuenta el factor estructural de la violencia de género.

Las organizaciones internacionales, los gobiernos y parlamentos se han pronunciado reiteradamente sobre la agenda a desarrollar en favor de la igualdad entre mujeres y hombres. Las organizaciones feministas y las de cooperación al desarrollo son interlocutoras claves para impulsar el avance de las mujeres desde su realidad concreta. La tarea es larga y compleja y por eso requiere un compromiso político y social decidido con el rango y relevancia de los acuerdos que adoptan los gobiernos a escala mundial. Se trata de que la globalización alcance también a la protección de los derechos fundamentales de las mujeres.

UNIFEM, bajo el eslogan "Ni un minuto más", conmemora el 25 de noviembre el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Las organizaciones feministas se manifiestan en España desde hace siete años con el mismo objetivo.Todos y todas estamos llamados a sostener su iniciativa.

La lucha contra la discriminación por razón de género y a favor de la igualdad debe ser prioridad de cualquier "política noble". No escatimemos recursos, no bajemos la guardia ni nos cansemos de hacer pedagogía. No nos resignemos a contemplar, sin conmovernos en lo más profundo de nuestra conciencia, las cifras de muertas a causa de una violencia que golpea por un hecho tan fortuito como es haber nacido mujeres

Elena Valenciano es presidenta de la Fundación Mujeres; Francisca Sauquillo es presidenta del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad, y son diputadas socialistas en el Parlamento Europeo.

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