Taliesin, la casa-taller de Frank Lloyd Wright, corre peligro de derrumbe
Las raíces de los árboles afectan su estructura
"El edificio debe ser una circunstancia natural del terreno", decía Frank Lloyd Wright, el gran patriarca de la arquitectura estadounidense. Por eso levantó su casa, Taliesin, con piedra y madera del entorno, y la adaptó a las formas de la colina de Wisconsin sobre la que se alzaba. Irónicamente, la naturaleza se encarga ahora de destruir Taliesin. Un roble de más de dos siglos cayó hace cuatro años sobre el tejado del estudio, y las raíces de los árboles cercanos y los corrimientos de tierra de la colina están arruinando la casa.
El coste de salvar la vivienda-taller de Lloyd Wright, catalogada dentro del patrimonio cultural de la humanidad, se presupuesta en un mínimo de 60 millones de dólares.
Taliesin está en muy mal estado. Las paredes se inclinan por el movimiento del terreno, las piedras de los senderos se han hundido y las losetas saltan por la presión de las raíces subterráneas. Todo el edificio corre peligro de desplomarse si no se restaura con urgencia. "Vamos a realizar de inmediato algunas reparaciones básicas, que costarán 900.000 dólares, pero la salvación completa de Taliesin no costará menos de 60 millones", afirma James Goulka, presidente de la Fundación Frank Lloyd Wright. La primera fase de la restauración se centrará en estabilizar la colina. Después será necesario reforzar los cimientos, para que la casa deje de resquebrajarse. Muchas paredes, techos y suelos deberán rehacerse por completo. "Esta casa es el centro de la creatividad de Lloyd Wright, la paleta práctica para todo lo que construyó en otros lugares, por lo que constituye una obra de extraordinaria importancia que debe preservarse", añade Goulka.
"Es irreemplazable", dice Robert Greenstreet, decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño Urbano de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee. "En términos de pensamiento arquitectónico", sigue, "Taliesin representa mucho más que ladrillos y cemento. Sería impensable que no existiera".
Taliesin fue el lugar que soñó Frank Lloyd Wright para retirarse de los agobios financieros y sociales que sufría en Chicago, y vivir y trabajar felizmente en compañía de su amante, Mariah Borthwick Cheney. En 1911 abandonó a su primera esposa, Catherine Lee Tobin, e inició la construcción de su residencia ideal. Compró una gran parcela dentro de la finca rural de la familia de su madre, que en el siglo XIX había emigrado a Wisconsin desde Gales, y empezó a construir bajo la cumbre de una colina en la que solía jugar de niño. Taliesin significa, en galés, "cumbre resplandeciente".
Pero la casa estaba condenada a un destino trágico. Un empleado doméstico, Julian Carlton, asesinó en agosto de 1914 a las siete personas que se encontraban allí, entre ellas Mariah Borthwick Cheney y sus dos hijos de un anterior matrimonio. Luego prendió fuego al edificio. El arquitecto se encontraba trabajando en una construcción cercana. "La zona de vivienda de Taliesin fue violentamente arrasada por la pesadilla de llamas y muerte de un loco", escribió años más tarde en su autobiografía.
Lloyd Wright empezó de inmediato a construir Taliesin II, donde se estableció con su segunda esposa, Miriam Noel, y después con la tercera, la bosnia Olga Milanoff. En 1925, sin embargo, un nuevo incendio, causado por una conexión eléctrica defectuosa, arrasó otra vez la casa. "Todas las cosas que tenía en este mundo, salvo mi trabajo, se han perdido", escribió.
El arquitecto, sin embargo, realizó una tercera versión de Taliesin. Enterró bajo los cimientos los restos de su extraordinaria colección de cerámica oriental, destruidos en el segundo incendio, para reforzar el valor sentimental de la casa, a la que añadió un taller con el fin de que 30 de sus alumnos vivieran y trabajaran con él. Frank Lloyd Wright ya no abandonó Taliesin hasta su muerte, en 1959, a la edad de 92 años.
Taliesin no es la única obra de Lloyd Wright en dificultades. En abril pasado, un equipo de ingenieros de Pittsburgh (Ohio) completó un complejo sistema de cables de acero para sostener la construcción más célebre del arquitecto, Fallingwater, la Casa de la Cascada, que estaba a punto de desplomarse sobre las aguas del Bear Run. Otro edificio de Lloyd Wright casi mítico en la historia de la arquitectura, el hotel Imperial de Tokio, resistió el terremoto de 1923, pero cayó a golpes de piqueta en 1968 para dejar lugar a un rascacielos.
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