Estofados del Ampurdán y nuevos platos chispeantes
ELS TINARS, antiguo local de carretera cerca de Girona con una carta amplia y equilibrada
No es lo mismo visitar este restaurante un día cualquiera que acercarse hasta sus mesas un fin de semana. La cocina pierde regularidad, la sala se alborota y el servicio, desbordado por la afluencia de clientes, no se desenvuelve de la misma forma. Els Tinars es un antiguo restaurante de carretera de grandes dimensiones que ha sabido superarse a sí mismo. Marc Gascons, joven cocinero repleto de inquietudes, protagoniza el relevo generacional del que proceden los chispazos de renovación que se aprecian en la sólida casa de comidas de sus progenitores. Por eso en su carta, enorme, repleta de enunciados y de propuestas de mercado, se dan la mano dos estilos de cocina, la tradicional, visceralmente ampurdanesa, y la moderna, en la que los chispazos creativos son de una coherencia que impresiona.
ELS TINARS
Carretera de Sant Feliu-Girona, kilómetro 25. Llagostera (Girona). Teléfono: 972 83 06 26. Cerrado lunes noche y martes de octubre a mayo. Menús, 27,95 y 25,70 euros. Precio, entre 30 y 40. Patatas Tinars, 8,50. Morro de bacalao, 16,20. Rabo estofado, 13,85. Suflé ligero al aroma de Grand Marnier, 7,30. Pan ... 6Café ... 4Bodega ... 7,5 Servicio ... 6Ambiente ... 6Aseos ... 6
Con materias primas de mucha calidad, sus cocinas continúan elaborando platos marineros y estofados de carne que en el Ampurdán todavía se vinculan a días festivos. Entre ellos, la sopa de pescado, el rossejat de fideos, los suquets, las gambas de Palamós a la plancha, el pollo con cigalas o los canelones gratinados. Recetas nobles a las que se suman otras moderadamente transformadas en las que no se aprecia ruptura con la tradición, sino una actualización de conceptos. Todo un ejemplo de equilibrio. Si se solicita alguno de sus menús, opción muy recomendable, la satisfacción está garantizada. La magnífica coca de pan con tomate permite acompañar unas anchoas que pecan de saladas. Es extraordinario el carpaccio de pies de cerdo; excepcionales los ceps (boletus) con ajo y perejil; correcta la escalivada de verduras; muy mediocres los calabacines rellenos de setas; deliciosas las patatas Tinars con butifarra de perol; sabrosos, aunque algo grasientos, los buñuelos de bacalao, y pésimas las croquetas de pollo y jamón, correosas y resecas.
Hay que aguardar a los segundos para comprobar la envergadura de esta cocina presidida por los productos. Si en el rodaballo al horno destaca el frescor de la pieza y un punto de cocción milimétrico, los estofados de carne no van a la zaga. Lo demuestran el rabo guisado y el jarrete de ternera, ambos suculentos. Y lo ratifican el arroz seco de espardeñas, finísimo, al que se le debe reprochar un punto de grasa excesivo. Tampoco desmerece el entrecó de ternera, bastante correcto.
POSTRES, PANES, CAFÉ Y BODEGA
LA OFERTA GOLOSA de esta casa es tan desmesurada como el listado de platos salados que la preceden. Y los resultados, tan irregulares como confusos y sorprendentes. Si se solicitan los pasteles del carro, amplio surtido de tartas y pequeños dulces, la decepción está garantizada. Casi todos son mediocres y no están a la altura de la casa. Tampoco entusiasman otras sugerencias, como la crema catalana y las cañitas de crema calientes con fresones. Por el contrario, si se opta por las sugerencias de Marc Gascons (postres calientes con preparación), el nivel sube de forma apreciable. Para comprobarlo bastan el chocolate amargo en texturas o la sopa fría de cítricos especiada con helado de vainilla. Todos los dulces se pueden cortejar con vinos de postre servidos por copas, generosos andaluces, oportos y moscateles navarros. El pan, hecho en el propio obrador, no alcanza el nivel esperable. Ni, por supuesto, el café, deplorable, inapropiado en un restaurante semejante. Donde de verdad
Els Tinars roza cotas altas es en
la bodega, voluminosa y bastante
bien gestionada.
Contiene vinos de todas las denominaciones de origen españolas y una buena representación de marcas francesas, entre las que no faltan magníficos champañas. Cada mes se ofrece una selección de vinos, que rotan, a precios bastante contenidos. Al tiempo que se sirve la botella solicitada, el sumiller deposita sobre la mesa una breve fichita
de cata. Otro aspecto brillante de este restaurante es la selección de whiskys, aguardientes y licores,
con marcas rutilantes de los mejores destilados.
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