La alcaldesa y el Prozac
En uno de los grupos de trabajo más concurridos de la mañana -"Mejor y peor escenario para Brasil"-, el estadounidense David Rothkopf hizo preguntas a los participantes del siguiente tenor: ¿Conseguirá Lula terminar su mandato de cuatro años? ¿Declarará Brasil la suspensión de pagos? ¿Se deteriorará la relación entre EE UU y Brasil? ¿Romperá Brasil con el FMI? El tono desenfadado y todopoderoso fue algo natural: ¿Es quitarse de en medio a Hugo Chávez el mejor escenario en América Latina?, siguió preguntando. Casi al final del coloquio, Paulo Leme, responsable del grupo de países emergentes de Goldman Sachs, dijo:
"Al comienzo del coloquio había caramelos sobre cada mesa. A juzgar por el pesimismo con que terminamos deberíamos poner Prozac para combatir la depresión". Las conclusiones debían ir al plenario, que tenía como estrella invitada a Marta Suplicy. Rubia, de piel blanca radiante y ojos celestes, la alcaldesa de São Paulo hizo un discurso vibrante a favor del cambio. Rohkopf dijo, casi pidiendo perdón, que había tanto pesimismo en las respuestas que se había propuesto poner Prozac para levantar el ánimo. La alcaldesa, psicoanalista de profesión, arqueó sus cejas y abrió sus ojos de gato persa.
"No debería sorprenderse tanto", dijo en portugués.
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