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LA POLÍTICA DEL AGUA

Un territorio con los recursos supeditados al agua

El Plan Hidrológico Nacional prevé trasvasar a la Comunidad Valenciana alrededor de 400 hectómetros cúbicos

Miquel Alberola

De acuerdo con el argumentario del Plan Hidrológico Nacional (PHN) las cuencas mediterráneas muestran una escasez natural de recursos que puede resultar "limitante". Esa amenaza se intensifica entre el cabo de la Nao (Alicante) y Sierra Nevada (Granada), o lo que es lo mismo: la parte meridional de la cuenca del Júcar, la totalidad de la del Segura y la zona oriental de la cuenca del Sur. Una parte de la Comunidad Valenciana se encuentra en esas circunstancias, que se agravan por la concentración de población y la tendencia a la conurbación litoral, acentuada por el desarrollo turístico (que incrementa en un 10% anual la población servida y aumenta el consumo de agua por las numerosas actividades recreativas). Y con una previsión de demanda que en 20 años crecerá un 36%.

En 1999 la Comunidad Valenciana tenía declaradas 359.995 hectáreas de regadío
La cuenca del Júcar posee unos recursos de 3.432 hectómetros cúbicos, según el PHN
Ni Francia, ni Grecia, ni Italia tienen regadío en las proporciones valencianas

Asimismo, la industria, con las mismas pautas de la población, tiene una concentración en el litoral mediterráneo "especialmente en las comunidades de Cataluña, Valencia y Murcia", y según las previsiones del PHN con una evolución de la demanda que se incrementará en un 25% en 20 años. En cuanto a la agricultura, la Comunidad Valenciana, en datos de 1999, tiene 359.995 hectáreas de regadío frente a las 470.138 de secano, lo que supone el 43,4% cultivado. La cuenca del Júcar posee unos recursos hídricos en régimen natural de 3.432 hectómetros cúbicos anuales, y la del Segura, 803, aunque no sólo revierten en la Comunidad Valenciana. De hecho la Comunidad Valenciana representa el 49,59% de la primera y el 6,41% de la segunda. En cualquier caso, la agricultura consume entre el 80% y el 85% de los recursos hídricos de la Comunidad Valenciana, con una demanda de 2.284,04 hectómetros cúbicos en la cuenca del Júcar, que es la que rige en el 91,48% de su territorio. La industria sólo requiere 115, mientras que la demanda urbana se cifra en 563,35 hectómetros cúbicos.

Con todo, según el análisis del texto que fundamenta el PHN, la cuenca del Júcar, en la que se incluye también el río Vinalopó desde el plan de 1997, presenta unos consumos que a medio plazo "igualan prácticamente las disponibilidades de las cuencas afectadas", con unos niveles de riesgo ambiental "notables" por ser un territorio que alberga importantes recursos ecológicos vinculados con el agua, "en los que la evolución de las demandas puede resultar incompatible con los requerimientos ambientales, especialmente en episodios hidrológicos adversos". En cuanto a la cuenca del Segura, presenta una situación global de escasez estructural con demandas superiores a los recursos potencialmente utilizables, "incluyendo las aportaciones procedentes del trasvase Tajo-Segura, desalación y reutilización directa de aguas residuales". En ese sentido, su situación "entraña riesgo de colapso ambiental y socioeconómico". Para paliar esa situación de concentración del riesgo de escasez, el PHN prevé una transferencia de 315 hectómetros cúbicos desde el Ebro al Júcar y otros 450 hacia el Segura, aunque de éstos últimos en la Comunidad Valenciana sólo quedarían alrededor de 100.

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La densidad de población y el uso del territorio valenciano han ido tradicionalmente relacionados con los recursos productivos con que ha contado. Con unas cuencas relativamente pequeñas y con la regulación producida de modo natural de los ríos, que se produce coincidiendo con la curva de la demanda de agua, la sociedad agrícola de las riberas de los ríos Júcar y Turia han tenido hasta ahora agua suficiente, salvo en episodios de sequía. En el resto de ríos valencianos, por el contrario, ha habido problemas, bien porque sus cuencas han sido más impermeables o pequeñas, o porque la forma de entrega de la naturaleza con el recurso (invierno) no coincide con la demanda (verano). Es el caso de la provincia de Alicante, donde se ha producido un desarrollo agrícola desproporcionado en función con los recursos. En los acuíferos de las dos márgenes del río Vinalopó y en La Marina Alta y Baixa se ha estado extrayendo más agua de la que se infiltraba, por lo que están sobreexplotados con grave riesgo de salinización. En La Vega Baja, según el catedrático de Geografía Joan Romero, "una gota de agua se utiliza hasta seis veces y desaparece antes de llegar al mar", caricatura que indica la necesidad de aportes externos. Pero al contrario de lo que pudiera parecer, el desarrollo de la población, con una demanda urbana como punto de destino de gentes de Europa y de diversas partes de España, no es el mayor consumidor.

La agricultura valenciana, cuya aportación al Producto Interior Bruto autonómico apenas representa el 3,5%, es la actividad que requiere más agua. El caso de La Marina Baixa, donde la agricultura, salvo la excepción del níspero, prácticamente ha desaparecido del paisaje, es muy revelador, puesto que pese a ello consume el 50% de los recursos. Ni Francia, ni Grecia, ni Italia, por citar tres países mediterráneos, tienen regadío en las proporciones valencianas. Sin embargo, los resultados obtenidos no sólo no son proporcionales a los recursos utilizados sino que se da la paradoja que la población laboral agrícola envejece a un ritmo trepidante sin que por detrás se le tome el relevo. Aun así, en los últimos 20 años el cultivo de cítricos ha aumentado un 20%, mientras se mantiene la esperanza de que la ley de estructuras agrarias o del minifundio, que según la previsión entrará en vigor en enero, siente las bases para que los pequeños agricultores cultiven en común sus tierras abaratando costes de producción y racionalizando el uso del agua.

Pero varios especialistas consideran que el ahorro y la optimización del uso del agua, siendo una necesidad ineludible, no sería suficiente porque aparte de la agricultura, de la población y de la industria hay una demanda medioambiental, hasta ahora no considerada y que se ha disparado para el mantenimiento de los humedales, de los cauces y los corredores verdes. Según los cálculos de la Entidad de Saneamiento de Aguas de la Generalitat, al menos 200 hectómetros cúbicos de las aguas residuales que se tratan en la Comunidad Valenciana (391 hectómetros cúbicos) es reutilizado en la agricultura. Pero existen más de 100 hectómetros cúbicos que se vierten al mar por a través del emisario submarino de Pinedo. Asimismo, como fruto de un convenio entre la Generalitat y el Ministerio de Medio Ambiente de 1997, se está mejorando el aprovechamiento y la distribución de las aguas del Júcar. La Acequia Real necesita 390 hectómetros cúblicos debido a que pierde un volumen considerable en la canalización y, además, no tiene el riego localizado. En este momento ya se ahorran alrededor de 100 hectómetros cúbicos, pero el agua que hasta ahora se perdía, derivaba en el acuífero y permitía una mayor riqueza en la biodiversidad de L'Albufera. La complejidad de la situación es enorme.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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