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Reportaje:EL HUNDIMIENTO DEL 'PRESTIGE'

Gibraltar, la gasolinera del Estrecho

El servicio secreto advirtió en 1998 sobre el "considerable riesgo medioambiental" del negocio del combustible en la colonia

Miguel González

"Pese a carecer de instalaciones propias de tratamiento y refinado de petróleo y derivados, Gibraltar ha hecho del combustible uno de los negocios más lucrativos de la colonia, convirtiendo en irrelevante el propio consumo interno y perjudicando notoriamente a España".

La frase pertenece a las conclusiones del informe confidencial que, con el título "Gibraltar. Recursos básicos: suministro de combustible a la colonia" elevó al Gobierno, en marzo de 1998, el servicio secreto Cesid, ahora rebautizado como CNI.

El informe, ilustrado con dos planos y 28 fotografías, advertía del "considerable riesgo medioambiental" que entrañaba el cada vez más próspero negocio del combustible en el Peñón. Cuatro años después, la sospecha de que el petrolero Prestige tenía como destino la colonia británica, pese a los desmentidos de Londres, y el nuevo vertido accidental que ayer se produjo en la bahía de Algeciras, el sexto desde agosto pasado, han demostrado lo certero de su pronóstico.

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Ya entonces, el servicio secreto cifraba en dos millones de toneladas anuales las importaciones gibraltareñas de gasóleo, destinadas en su mayor parte al denominado bunkering o aprovisionamiento de buques. Este mercado se repartía a partes casi iguales entre la compañía española Cepsa -asociada, para operar en el mercado local, a la firma gibraltareña Gibunco- y la estadounidense Texaco.

La cuestión era, y sigue siendo, porqué los buques que transitan por el Estrecho prefieren aprovisionarse en la colonia británica en vez de hacerlo en el puerto español de Algeciras, dotado con mejores instalaciones.

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El informe recapitulaba los argumentos esgrimidos por los propios armadores: el coste de las tasas y tarifas portuarias, más reducidas en el Peñón; el precio del combustible, más ventajoso en la colonia, al estar sujeto a menores impuestos; y la mayor rigidez de los trámites burocráticos para obtener en Algeciras los permisos de fondeo y atraque.

El servicio secreto agregaba otra razón, menos confesable: la incorporación al derecho español, mediante un decreto de octubre de 1997, de la directiva comunitaria sobre normas internacionales de seguridad marítima y prevención de la contaminación, que regula la inspección de los buques que hacen escala en los países miembros y su inmovilización en caso de incumplimiento.

"La rectitud con que se aplica la normativa comunitaria e internacional en los puertos españoles, concretamente en Algeciras, no existe al parecer en el puerto de la colonia británica, lo que constituye uno de los motivos por los que un determinado número de buques prefieren recalar en este último y no en el español", explicaba el documento.

No era ese factor, sin embargo, el único inquietante. Tras recordar que Cepsa suministra el combustible desde el pantalán de su refinería de San Roque, subrayaba que Texaco utiliza "un sistema radicalmente distinto". "Al no poder contar con la ventaja que supone para la firma española su cercanía geográfica a la colonia, y no disponer en la misma de una capacidad de almacenamiento considerable, ha recurrido a la utilización de verdaderos depósitos flotantes".

En el momento en que se hizo el informe, Texaco mantenía fondeados junto a Gibraltar, en aguas que España considera propias, tres buques-tanque con una capacidad de unas 3.500 toneladas de combustible. La presencia permanente de estas gasolineras flotantes en la bahía de Algeciras "constituye un elemento negativo para la seguridad y un factor de riesgo considerable, desde el punto de vista medioambiental, por la posibilidad de que se produzcan vertidos en las operaciones de trasvase de combustible u otro tipo de accidentes que pueden degenerar en incendio o explosión", según el servicio secreto.

Por último, el documento subraya el impacto económico negativo que esta actividad tiene para España. Junto al gasóleo para buques, Gibraltar importa una media mensual de 3,5 millones de litros de combustible para automoción, que en su inmensa mayoría es adquirido por los conductores españoles que cruzan la frontera. "Se calcula que al menos el 25% de las entradas de vehículos que registra la colonia al cabo del año se realizan con el objetivo de llenar sus tanques de combustible", dice el informe.

Aunque reconoce que la fortaleza de la libra ha podido reducir la diferencia en el precio de la gasolina, "el hecho objetivo", argumenta, "es el retorno a España de la mayor parte del combustible importado previamente por la colonia, obviamente sin ser declarado, y, por tanto, sin abonar impuesto alguno por el mismo, lo que podría constituir, tomado en su conjunto, un caso de importación ilegal".

La paradoja de que Cepsa venda al Peñón gran parte del combustible que luego compran los españoles se completa con la sospecha, deslizada en el documento, de que la compañía española "esté dando prioridad" al suministro a la colonia, en perjuicio de España, para no perder cuota de mercado frente a Texaco.

Cadetes de la Marina ayudan a limpiar de fuel la playa de Caion.
Cadetes de la Marina ayudan a limpiar de fuel la playa de Caion.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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