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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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En el metro y en la intimidad

¿Y esto del Defensor, para qué sirve? Ésta es una pregunta que suele formularse en conversaciones privadas o en foros universitarios con una coletilla maliciosa: ¿para qué sirve si muchas de las quejas que se acogen en esta columna muestran una preocupante reincidencia por parte del periódico?

Se ha recogido aquí, hace ya tiempo, el comentario escéptico e irónico de un ombudsman norteamericano al concluir su cometido: se sentía muy orgulloso porque logró que el periódico aumentase el tamaño de la letra del crucigrama, que resultaba dificultoso para la lectura.

Por cierto, aquí también algún lector ha expresado esa misma queja, pero la de hoy es distinta y singular: una de esas advertencias que probablemente ningún periodista hubiese percibido pero sí un lector damnificado.

Hasta el domingo día 10 de este mes, el crucigrama venía publicándose en la sección de Agenda y ocupaba dos columnas, exactamente en la mitad inferior de la página. Eso permitía doblar el periódico en horizontal y tener a la vista tanto las casillas para solucionar el pasatiempo como las definiciones que han de resolverse. Desde el lunes día 11, debajo del crucigrama se ha incluido el revoltigrama, de modo que esa operación ya no es posible.

Un lector se puso en contacto con la secretaría de Redacción y explicó muy por extenso su problema. Se ve imposibilitado para resolver el crucigrama cuando viaja en metro o en autobús, y no sólo eso: adujo que tampoco en el retrete es posible manejar el periódico con comodidad para solucionar el acertijo. El lector se explayó en detalles sobre el ajetreo que supone el ir y venir doblando y desdoblando la página del crucigrama cuando se viaja en un transporte público urbano o si uno se encuentra en el recogimiento íntimo del excusado.

Puede que este asunto resulte frívolo para algunos, pero no para el Defensor, que recuerda muy bien cómo la mayor avalancha de quejas que ha recibido en los casi cuatro años de dedicación a estos menesteres se produjo cuando cambió la paginación de los Pasatiempos en la edición dominical.

Son muchos los adeptos y hay que ser muy cuidadosos con sus preferencias. El periódico no debe dificultar un momento de tanto gozo como produce resolver un crucigrama, y menos aún perturbar la placentera soledad, tan ligada para muchos a los deleites de la lectura, sometiendo al crucigramista sedente al enojoso ajetreo de ir y tornar plegando la página. La pequeña pero legítima vanidad de resolver un crucigrama debe facilitarse al máximo, en cualquier ocasión y en cualquier lugar donde se intente.

Tampoco debe entorpecerse con erratas. Rosa Muñoz llamó el viernes al Defensor para advertirle de que en el revoltigrama del lunes día 11 se produjo un error: la frase clave para resolver el enigma decía: "Creía el ignorante que eran antiguas tribus de palomos", cuando en realidad al día siguiente la solución se escribió correctamente y hablaba de "tribus de pelones: Calvinistas". No era una equivocación del autor, sino una errata del periódico.

Disfraces y hachas

Hay varios lectores especialmente sensibles a las informaciones sobre países con regímenes políticos distintos de la democracia parlamentaria, habitual en el mundo occidental.

Uno de ellos llamó por teléfono el miércoles pasado para quejarse de un titular en la sección de Internacional: "Policías disfrazados de turistas vigilan Tiananmen". Era una información en torno al XVI Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh).

Argumentaba el lector que en el texto se decía todo lo contrario: "Mezclados entre los turistas, caminan policías de paisano -que ni siquiera intentan ocultar que lo son- desafiando el viento glacial".

Está claro que el lector tiene toda la razón. Pero en su charla deslizaba la sospecha de que el periódico titulaba así para reforzar la imagen de Estado policial de un régimen, al menos nominalmente, comunista.

En la sección de Internacional han explicado al Defensor que no hubo tal propósito, ya que el propio texto deshace esa supuesta intención y que se trata simplemente de un lapsus producido por una lectura precipitada y errónea del texto a la hora de titularlo.

Más sobre titulares: en la edición del miércoles pasado, la sección de Sociedad informó de la sentencia de un juez de Barcelona con este titular: "Un juez minimiza que un hombre amenace con un hacha a su esposa", y un subtítulo añadía: "El acusado recibe una multa de 60 euros porque actuó por 'amor''.

Fernando Navarro ha escrito al Defensor para quejarse de que las comillas sugieren que se trata de una cita textual de la sentencia.

Como tantas veces, el texto de la información desmiente al titular, ya que se transcribe un párrafo de la resolución judicial en el que se dice que "merece el mínimo reproche venial la persona que por desavenencias de índole amorosa se presenta en la casa...".

El lector piensa que pasar de "desavenencias de índole amorosa" a "actuó por amor" es una "adaptación en exceso personal" del texto del juez.

Es posible que la sentencia constituya un grave error jurídico -el propio fiscal jefe de Cataluña la ha criticado-, pero, efectivamente, el salto entre la literalidad y la interpretación parece excesivo.

En la sección de Sociedad se ha explicado que del contexto del razonamiento judicial se deducía que trataba la terrible amenaza como un lance de la relación amorosa. Pero no era eso lo que se decía en el texto, y para justificar el titular parece necesario que esa interpretación se hubiese explicitado a los lectores.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 913 377 836.

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