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Un grupo de investigadores descubre por qué la marihuana abre el apetito

La Fundación Carlos Haya aventura un nuevo fármaco para regular transtornos digestivos

Desde hace tiempo se sabía que la marihuana abría el apetito, pero se desconocía por qué. Investigadores de Málaga, Madrid y California han descubierto el mecanismo por el que esta sustancia estimula las ganas de comer. Además, ha confirmado que su antagonista inhibe la sensación de hambre. El hallazgo puede ser la puerta para el desarrollo de fármacos contra la obesidad, la bulimia o la anorexia. El escollo es que la marihuana actúa a la vez sobre el intestino y el cerebro. De ahí que el desafío consista ahora en encontrar un fármaco que elimine los efectos no deseados a nivel cerebral y estimule sólo el aparato digestivo.

La marihuana abre el apetito porque su principio activo (THC) actúa igual que una hormona que hay en el cuerpo humano, la anandamida, que sube cuando el estómago está vacío, estimula las ganas de comer y desaparece luego una vez que se ha llenado. Los investigadores han descubierto además que esta hormona actúa de forma coordinada con otra, la oleiletanolamina (OEA), que se comporta exactamente a la inversa: sube cuando se come y provoca la sensación de saciedad. Pues bien, la sustancia antagonista de la marihuana bloquea el apetito igual que la OEA.

Este mecanismo del intestino y su paralelismo con los efectos del cannabís han sido descifrados después de tres años por un equipo en el que han participado investigadores de las universidades Complutense de Madrid, de California y de la Fundación Carlos Haya, de Málaga. "No es el porro terapéutico", se apresuró a aclarar el director de la institución malagueña, Fernando Rodríguez de Fonseca, quien recordó que la marihuana se tolera en algunos países con uso paliativo. "Quedarnos ahí sería una estupidez con la enorme potencialidad que tiene la marihuana como fuente de medicamentos", dijo. Pero el investigador aclaró que ahora el desafío consiste en que la industria farmacológica encuentre un medicamento que surta en el intestino los mismos efectos estimuladores de la marihuana o los inhibidores de su antagonista, sin actuar sobre el cerebro.

La investigación ha sido publicada en la edición de noviembre de The Journal of Neuroscience y ha tenido un coste de unos 90.000 euros. De Fonseca aventuró que en cinco años podría desarrollarse un fármaco para regular los trastornos de la alimentación.

Un dato del estudio refleja los efectos de las sustancias investigadas sobre la ingesta: las ratas a las que se les administró el antagonista de la marihuana registraron una pérdida de peso del 20% en una semana. Los científicos también han dado con otra variable a tener en cuenta: el proceso que regula el apetito se produce en el intestino y se transmite mediante sensores al cerebro ya que los animales a los que se le inyectó THC o anandamida directamente en el cerebro no experimentaron cambio alguno en sus ganas de comer. Sin embargo, a los cobayas a los que se les administraron esas sustancias en el intestino sí registraron un incremento del apetito.

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