La especialidad de medicina preventiva y salud pública
La salud pública (SP) es, entre otras cosas, la denominación de una especialidad médica oficial. Pero a diferencia de la mayoría de las especialidades clínicas, su ámbito de trabajo no son sólo ni fundamentalmente las personas como individuos, sino que se amplía a la comunidad y, por ello, al conjunto de los determinantes ambientales, sociales, económicos y culturales de la salud, de manera que la variabilidad del ejercicio profesional de la SP es incomparablemente mayor que el del resto de especialidades.
Este carácter multidisciplinar explica que los recursos humanos con los que cuenta esta actividad profesional no sean sólo médicos, sino que también se incluyan otros licenciados y diplomados sanitarios (en Farmacia, Veterinaria, Enfermería o Psicología) y también titulados en otras disciplinas como Ingeniería, Economía, Sociología, Estadística, Informática, Derecho o Periodismo.
La obtención regular del título de médico especialista se encuadra en el sistema del MIR (Médicos Internos y Residentes), con lo que muchos de los médicos que llevan a cabo actividades de SP, en general en alguna de las distintas administraciones públicas e incluso en la universidad, no ostentan tal titulación. Esta situación se puede entender porque la exigencia del título de especialista ha afectado hasta ahora a los profesionales que trabajaban en el sistema sanitario asistencial. Así, es un requisito imprescindible para trabajar en un servicio de medicina preventiva hospitalaria, pero en cambio no lo es, de forma generalizada, para trabajar como profesional de la salud pública en la Administración sanitaria ni, desde luego, para acceder a la universidad.
Por otro lado, la Administración asistencial se ha encontrado con el problema de una serie de médicos que ocupaban puestos de trabajo sin la titulación necesaria y para resolverlo ha arbitrado un procedimiento extraordinario para que pudieran regularizar esta situación, dada la exigencia europea que afecta la libre circulación de médicos especialistas. Este procedimiento inicialmente distinguía las especialidades más diferentes del conjunto, como la medicina del trabajo y la de medicina preventiva y salud pública, pero finalmente las ha englobado.
Esta incapacidad para tratar de forma específica situaciones tan diversas ha propiciado una notable confusión y también malestar. Probablemente la decisión de incluir la especialidad de medicina preventiva y salud pública en el procedimiento global estuvo influida por la actitud de una parte de los actuales especialistas, que ven con malos ojos que muchos de los profesionales sin la titulación puedan acceder a ella. Pero el caso es que ahora una parte de los profesionales sin título considera que la convocatoria actual no es adecuada.
Sin embargo, parece conveniente que la especialidad de medicina preventiva y salud pública acoja al máximo número de médicos que se dedican a ella, naturalmente de forma competente, ni que sea sólo para que desde la especialidad y desde la Comisión Nacional correspondiente, se pueda trabajar con mayor representatividad para desarrollar la profesionalización de la SP, que es una necesidad acuciante de nuestro sistema sanitario y de la sociedad española en su conjunto.
Una necesidad que se justifica por la importancia que cada vez más le damos a los problemas de salud pública como ilustra la serie interminable de situaciones tristemente célebres, desde los brotes de legionelosis a la introducción de nuevas vacunas, pasando por los riesgos potenciales o reales de las vacas locas, las antenas de los teléfonos portátiles, las dioxinas y un largo etcétera. Sin olvidarnos de la valoración de las necesidades de salud de las poblaciones y del impacto que sobre la salud de la comunidad tienen las intervenciones sanitarias.
Como lo bueno no es enemigo de lo mejor y bien está lo que bien acaba, parece razonable aprovechar la oportunidad de enriquecer la especialidad con la incorporación de un nutrido refuerzo de profesionales de variadas competencias y experiencias, a pesar de las limitaciones de la convocatoria actual, en lugar de dejar para mañana una solución óptima, porque para alcanzarla serán necesarios todos los esfuerzos. Y, en cualquier caso, no resulta incompatible con otras tareas también necesarias para colocar la SP y a sus profesionales en el nivel que la sociedad española se merece.
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