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Merkel no consigue renovar la CDU tras la derrota electoral

La líder democristiana alemana, reelegida en un congreso con el 94% de los votos

Javier Moreno

Los democristianos alemanes están desorientados. La derrota electoral de septiembre ha abierto una crisis en la CDU (Unión Cristianodemócrata) que los delegados reunidos ayer en un congreso especial en Hannover no lograron cerrar. Entre otras razones porque la líder del partido, Angela Merkel, renunció a plantear ante la asamblea el debate sobre la renovación a fondo de la CDU que ella misma había pedido en los últimos días. La oposición cerrada de la cúpula del partido y de los barones regionales ha impedido este primer intento de corregir el rumbo.

La herida inflingida por el canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, y sus socios verdes, al triunfar por un escasísimo margen en las urnas, es todavía demasiado reciente. Quizá por ello el congreso de ayer no quiso mirar atrás. ¿Por qué perdió la CDU, cuando tenía el triunfo al alcance de la mano? ¿Es suficientemente moderno el estilo del partido? ¿Cómo hacerlo más atractivo?

Merkel, con la confianza que concede que ella no perdió las elecciones había repetido en las últimas semanas que la CDU necesita renovar a fondo su imagen, especialmente en lo que se refiere a las políticas familiares y, sobre todo, a la posición de las mujeres en la sociedad. Pero tras sondear a los barones regionales del partido en los últimos días, ayer dio marcha atrás y centró su discurso, de 70 minutos, en atacar a Schröder.

Los que se han opuesto a un debate en profundidad y han triunfado aducen dos argumentos. El primero es que Schröder ganó las elecciones con trucos de malabarista (la negativa a seguir a EE UU en un ataque a Irak y el uso propagandístico de las inundaciones representan dos ejemplos), y no porque la CDU no tuviese un buen programa. Y luego, que todas las encuestas, desde hace semanas, vuelven a situar consistentemente a los democristianos por delante en la preferencia de la opinión pública.

Un cambio urgente

Para los renovadores no es suficiente. El sector que apoya a Merkel, no sólo para que dirija el partido en los próximos dos años, sino para que encabece una auténtica revolución interna, considera que el cambio es urgente. 'Tenemos que definirnos públicamente ante la realidad del siglo XXI', dijo el domingo por la noche a un grupo de periodistas uno de los vicepresidentes del partido, Jürgen Rüttgers. 'Hay que aceptar la vida como es ahora y no como era en el siglo pasado', comentó el vicepresidente.

Pero ayer no hubo nada de eso, ni en los discursos, ni en los debates, ni en el trabajo en comisiones, un signo de la debilidad de la jefa del partido frente al aparato. Merkel se encuentra en una posición paradójica. Es presidenta del partido (ayer fue reelegida con casi el 94% de los votos) y del grupo parlamentario.

Pero se encuentra aislada en la cúpula de la CDU, que todavía no acaba de digerir la idea de una mujer al frente del partido de los que fueran cancilleres Konrad Adenauer y Helmut Kohl, aunque la haya colocado en el puesto ante la falta de alternativas. Y sobre todo, que desconfía de sus proclamas de abrir la CDU a la nueva sociedad alemana, que cada vez tiene menos que ver con los valores tradicionales defendidos por este partido conservador.

El debate ha quedado aplazado, de mutuo acuerdo, hasta el próximo mes de febrero. El día 2 se celebran dos elecciones regionales muy importantes: el land de Hesse, donde ya gobierna la CDU, y el land de Baja Sajonia (SPD), donde los democristianos esperan deshacer el 'error de septiembre' y demostrar que el triunfo del socialdemócrata Schröder fue un espejismo. 'Desde hace seis semanas', dijo ayer Merkel, 'Alemania lamenta esa decisión '.

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