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Tribuna:LA NUEVA LEY DE DROGODEPENDENCIA
Tribuna
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Razones de ley, y no leyendas 'secas'

El autor defiende la limitación de la venta de alcohol a menores porque su consumo tiene en ellos un efecto devastador.

El pasado día 29 de julio entraba en vigor la Ley de Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos de la Comunidad de Madrid. Inmediatamente se han hecho oír algunas voces que la tachan de ley seca, afirmando asimismo, de un modo tan ligero y temerario que debería causar rubor -ajeno-, que la Ley no incluye medidas preventivas y educativas, y que hace falta que se acompañe de programas para la disminución del consumo de alcohol en la población juvenil. La crítica y el debate siempre enriquecen los temas, pero cuando se parte de una percepción errónea de la realidad es bueno enumerar los hechos que la conforman para que el espectador del debate saque sus propias conclusiones. Vayamos por partes.

En primer lugar, estamos hablando de una Ley que ordena el sector de las drogodependencias en la Comunidad de Madrid, que define el alcohol como una droga de abuso y que solamente en una parte de uno de sus seis títulos, establece algunas medidas de limitación de la disponibilidad del alcohol, en plena coherencia con su carácter de droga y partiendo de su excesiva disponibilidad en nuestro medio.

Efectivamente, antes de la promulgación de esta Ley, el alcohol era una sustancia de abuso omnipresente desde el punto de vista de su disponibilidad, que podía comprarse a cualquier hora y en cualquier lugar. De tal modo que, pongamos por caso, una tienda de frutos secos podía vender ginebra a las cuatro de la madrugada, haciendo muy difícil el control de la venta a menores. Cuando los puntos de venta son virtualmente todos, las facultades de inspección se ven gravemente limitadas.

Por ello la Ley estableció, entre otras medidas, la necesidad de una licencia específica para aquellos comercios (tiendas, supermercados o similares) que quieran vender bebidas alcohólicas, facultando de este modo a los ayuntamientos para que impidan que pueda despachar alcohol una tienda de todo a un euro. Estas limitaciones en nada afectan al adulto que desea consumir alcohol, sino que dificultan su adquisición por menores de edad, que es el objetivo buscado.

En este punto, hay que decir que todas las medidas de restricción de la disponibilidad del alcohol contempladas en la Ley tienen su base técnica en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y el Plan Europeo de Actuación sobre Alcohol (PEAA), por lo que no son precisamente una improvisación ni una ocurrencia. Otros países de nuestro entorno han implantado ya hace tiempo medidas de restricción mucho más intensas que las nuestras. España continúa siendo un país bastante tolerante con el alcohol.

Esa tolerancia parece tener algo que ver con el hecho de que la edad de inicio en el consumo de alcohol sean los 13 años, que 6 de cada 10 menores de edad de entre 14 y 18 años consuman alcohol de forma habitual, o que uno de cada cinco niños de 14 años sufra una borrachera todos los meses como consecuencia de su afición (algunos desorientados le llamarían 'derecho') a beber en calles y plazas. Quien ante un panorama semejante sostenga que no es preciso adoptar medidas, o es un insensato o posee una destilería.

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En segundo lugar, frente a las acusaciones de falta de medidas preventivas o educativas, basta con ojear la Ley, que dedica nada menos que todo un Título de los seis de que consta a definir y enumerar las medidas preventivas y educativas; más espacio, por cierto, que el dedicado a las medidas de limitación de la disponibilidad del alcohol. Pero, por si esto fuera poco, cuando el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, gestó esta Ley, nos dejó claro a cuantos tenemos algo que ver en ella que su aplicación debía acompañarse de un Plan Integral de medidas preventivas del consumo de alcohol en menores. Este Plan es ya un hecho y tiene su propia dotación presupuestaria, lo que es un buen indicador de la voluntad política para llevar a cabo acciones concretas.

En suma, la Ley de Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos, en lo que respecta al alcohol, ha nacido con el propósito de proteger al menor de edad y de trasladar al conjunto de la sociedad madrileña el conocimiento de que el alcohol es una droga cuyo consumo tiene efectos devastadores en los menores y debe ser evitado en la medida de lo posible en los jóvenes. Y, como no podía ser de otra manera, nace acompañada de un conjunto de medidas preventivas y educativas, así como con los medios materiales y humanos necesarios para su puesta en marcha.

Ante los que dicen que esta Ley no va a ser aplicada en su totalidad, solamente puedo decirles esto: esperen y verán.

José Manuel Torrecilla es gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad.

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