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Reportaje:

Llega la paz contable

Estados Unidos y Europa acercarán sus normativas a partir de 2005

Amaya Iríbar

Cuando Telefónica notificó a la Bolsa de Nueva York sus resultados de 2001, éstos registraban unas pérdidas de 7.182 millones de euros. En España, la operadora tenía 2.106 millones de euros de beneficios. Detrás de ese desfase hay una explicación lógica que, sin embargo, alarma a los inversores: aplicó diferentes normas contables.

Esta situación puede empezar a cambiar en 2005 gracias al acuerdo alcanzado entre el Financial Accounting Standards Board (FASB), el organismo que emite las normas contables de EE UU, y el International Accounting Standards Board (IASB), una organización privada que nació el año pasado para promover un estándar único contable en todo el mundo. La homogeneización evitaría que la imagen de la situación financiera de una empresa variara país a país y, si esto sucediera, los inversores sabrían por qué, explica Jorge Herreros, director del Grupo de Normas Internacionales de Deloitte & Touche.

El primer paso para unificar ambos sistemas es identificar sus diferencias. El acuerdo prevé hacerlo a finales de 2003

La fecha de partida para la unificación contable coincide con el momento elegido por la Unión Europea (UE) para que todos sus grupos cotizados lleven sus cuentas según las normas internacionales que elabora el IASB. El compromiso no significa en principio que éstas sustituyan a las estadounidenses, sino que los dos sistemas reducirán sus diferencias, asegura Wayne Upton, director de Investigación del IASB. Pero parece lógico que el sistema elegido ya por los 15 países de la UE y otros como Australia tenga todas las de ganar.

El camino para llegar a este acuerdo ha sido largo. Estados Unidos se ha resistido los últimos años a sumarse al movimiento internacional contable, que lidera el escocés David Tweedie desde el IASB. La sucesión de escándalos contables del último año -Enron, WorldCom- ha podido favorecer el acercamiento.

La convergencia no será fácil. Baste como ejemplo que de los alrededor de 7.000 grupos europeos (600 españoles) que dentro de dos años tienen que tener sus cuentas adaptadas a las normas del IASB, sólo el 35% ha empezado a trabajar en ello, según un estudio reciente de PricewaterhouseCoopers (PwC). Las compañías estadounidenses ni siquiera sabían hasta hace 10 días que también deben cambiar el chip.

Queda, pues, todo por hacer. Y contra el reloj. Para finales de 2003, las dos organizaciones pretenden identificar las diferencias entre ambos sistemas, el primer paso para un acercamiento. Estas divergencias 'podrían llenar libros', según Wayne. La primera es de concepto. Las normas de EE UU son muy detalladas, lo que lleva a muchas empresas a pensar que si algo no está prohibido se puede hacer, mientras que las internacionales se basan en principios generales. Esto hace que frente a las más de 10.000 normas americanas, apenas halla 35 internacionales en vigor.

También hay diferencias técnicas, como la forma en que se contabilizan los activos fijos -un inmueble-; el tratamiento de las stock options -el IASB no se ha pronunciado-; el fondo de comercio o la consolidación de las empresas de propósito especial, que llevaron a la ruina a Enron, enumera Edmund Hodgeon, homólogo de Herreros en PwC. A pesar de ello, en opinión de este experto, 'si las normas internacionales se aplican bien no hay mucha diferencia con las estadounidenses'.

Las dificultades no han impedido la euforia de los responsables políticos y del mundo contable. Según el comisario europeo Frits Bolkenstein, el acuerdo 'mejorará enormemente la eficiencia de los mercados globales de capitales', que viven hoy un momento de descrédito. También habrá ventajas para las empresas, que podrán ahorrarse el coste de elaborar dos veces las mismas cuentas.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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