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Tribuna
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La hora de los inspectores

Como responsable superior de las inspecciones nucleares que deben asegurar el desarme de Irak, creo que es decisivo dejar en claro el propósito y utilidad de esas inspecciones. Desde hace decenios, la piedra angular de los acuerdos internacionales de control de las armas nucleares son las inspecciones a cargo de un tercero imparcial y digno de crédito. Cuando existe el propósito de realizar un programa clandestino de armas nucleares, las inspecciones sirven como medio eficaz de detección y disuasión. Desde 1991 hasta finales de 1998, el OIEA, con derechos muy amplios de inspección conferidos por el Consejo de Seguridad, logró frustrar los esfuerzos de Irak para desarrollar armas nucleares.

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Como el presidente Bush dijo hace unos días en Cincinnati: 'Antes de que fuera expulsado de Irak en 1998, el Organismo Internacional de Energía Atómica desmanteló grandes instalaciones relacionadas con las armas nucleares'. Nosotros neutralizamos el programa nuclear iraquí y confiscamos el material apto para hacer armas nucleares. Nosotros fuimos los que destruimos, removimos o hicimos inofensivas las instalaciones y equipos iraquíes que podían servir para la producción de armas nucleares. Y aunque no aseguramos tener la certeza absoluta, en aquel momento tuvimos confianza de no haber pasado por alto ningún componente importante del programa nuclear iraquí.

El problema surgió en 1998 cuando, siendo inminente un ataque militar, se puso fin a todas las inspecciones. Si bien desde entonces se ha continuado observando las actividades iraquíes mediante el uso de satélites y se han llevado a cabo actividades analíticas, las evaluaciones a distancia no pueden reemplazar las inspecciones ni nos permiten llegar a conclusiones definitivas sobre la posible construcción de armas nucleares en los cuatro años transcurridos. La mejor manera de determinar qué ha pasado durante ese periodo es hacer que los inspectores retornen a Irak.

Al cabo de cuatro años se vuelve a abrir al fin la puerta a las inspecciones y deberíamos aprovechar esta oportunidad. En mi opinión, el éxito de las inspecciones en Irak -es decir, eliminar no sólo las armas nucleares, sino también las biológicas y químicas- dependerá de cinco condiciones previas:

1. Atribuciones plenas y explícitas de inspección: deben comprender el acceso inmediato y sin trabas a cualquier lugar en Irak -incluso a las residencias presidenciales-, y disposiciones prácticas en cuanto a comunicaciones, transportes y otros factores logísticos, de manera de tener la certidumbre de que los inspectores podrán actuar eficazmente y en condiciones de seguridad.

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2. Acceso a todas las fuentes de información: libertad para mantener entrevistas con el personal iraquí que sea de interés, sin intimidación ni amenaza de represalias a esas personas, y acceso a información de otros Estados -además de la información adquirida por otras actividades de inspección-.

3. Apoyo unificado y vigoroso del Consejo: respaldo de las inspecciones mediante el apoyo unánime e inequívoco del Consejo, con la firme determinación de hacer frente sin demora y con energía a todo incumplimiento o falta de cooperación por parte de Irak. Es el mejor medio de asegurar el cumplimiento de Irak.

4. Salvaguarda de la integridad y objetividad en el proceso de inspecciones: un régimen equitativo e imparcial de inspecciones, libre de interferencias externas, que sea garantía de que todas las partes acepten como fidedignas nuestras conclusiones.

5. Cooperación activa de Irak: demostración ininterrumpida de su voluntad declarada de transparencia, y de permitir a los inspectores pleno acceso para cumplir su misión. Esta labor podría aún facilitarse (y abreviarse el proceso de inspección) si Irak tomara la iniciativa, no sólo con un cumplimiento pasivo, sino con una cooperación activa, presentando, por ejemplo, una declaración completa y 'final' de equipos y actividades relacionados con armas.

Simultáneamente a las inspecciones en Irak, deberían adoptarse en el mundo enérgicas medidas para garantizar la protección física de los materiales nucleares, con controles eficaces de las exportaciones de importancia desde el punto de las armas y atenta vigilancia en las fronteras para descubrir toda tentativa de contrabando delictivo.

Independientemente de la evolución de los sucesos en el futuro previsible, a la larga, las inspecciones serán el factor fundamental para detectar y frustrar con seguridad los esfuerzos clandestinos por construir armas nucleares, en Irak o en cualquier otra parte.

Quisiera concluir dirigiendo un doble llamamiento: al Gobierno de Irak, para que ofrezca la cooperación absoluta, y a la comunidad internacional, para que dé una oportunidad a las inspecciones, antes de recurrir a otras alternativas.

Mohamed el Baradei es director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

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