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Crítica:DANZA | 'THE LOSS OF SMALL DETAIL'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Agria nevada en el caos

Quizás le hemos reído demasiado tiempo a William Forsythe la gracia con aquello de mover constantemente de sitio las piezas de un ballet. Eso tiene un sentido último en la urgencia del acto creativo, pero no deja de ser agotador y rayano en lo incomprensible, aunque, por qué no, todo está permitido en la búsqueda de un estilo y ya están aquí los hallazgos de su honesta búsqueda substancial.

The loss... es un juego de espejos de ballet dentro del ballet, tal como son habituales esos ejercicios del cine dentro del cine. Habría que acercarse a esta obra comenzada en 1987 y de la que hay hasta cinco versiones precedentes (y quizás a todo Forsythe) como si se tratara de un decálogo reflexivo sobre la eficacia, utilidad y explotación de un lenguaje en busca de otro: del meta-ballet al nuevo-ballet. Al atomizar las formas convencionales del ballet académico, usando entre otras fuentes, un fragmentado modelo, Forsythe arma un intento de 'otra escritura universal' (Laban dixit) y sienta las bases de un movimiento que abarca a bailarines y coreógrafos de muy diverso origen en el que compilan y conspiran seguidores fieles e imitadores.

Ballet de Francfort (Alemania)

The loss of small detail: coreografía, escenografía y luces: William Forsythe; música: Thom Willems; vestuario: Issey Miyake; filmes: Helga Fanderl y Fiona Leus. Con textos de Yukio Mishima, Jerome Rothenberg y W. Forsythe; forografías: Dominik Mentzos y Agnès Noltenius. XIX Festival de Otoño. Teatro Real de Madrid. 5 de noviembre.

Además, con ese vano enciclopedismo finisecular típico de un posmodernismo evolucionado, en Forsythe (y especialmente en The loss...) encontramos citas expresas que remiten visualmente sin dificultad a Balanchine o al geometrismo de Bahuaus; luego todo se abre al caos. Su genio está en desunir las piezas y soltarlas sobre una escena iluminada por él mismo y en sentido contrario a lo que llamamos armónico.

Aunque le pese al coreógrafo, aquí en The loss of small detail hay deconstrucción en toda regla; esta vez con un perfume orientalista en lo estético (Miyake) y en la ideación filosófica con Mishima. Amén de una umbilicalidad con la arquitectura que puede ser más virtual que textual.

Arquitectura

El primer estudio importante sobre Forsythe, su estética y relación con la arquitectura del fundido lo hicieron en 1989 Patricia Baudoin y Heidi Gilpin (publicado parcialmente en castellano en 1991 por el Inaem); los términos 'disolución', 'teoría del fundido', 'perfecto desorden' y 'discontinuidad' toman así una relevancia no prevista y sin antecedentes en el lenguaje coréutico contemporáneo. La hoy famosa 'huida del centro' y la 'localización de otros centros' o también 'bailar sin centro' se vuelven directrices en la lectura. Esta coreografía abruma en su síntesis de descentralización objetiva del producto, y de ahí su efectividad emotiva.

Ya nevó teatralmente a fines del siglo XIX en la primera escena del segundo acto del estreno de Cascanueces (Ivanov-Petipa-Chaicovski) en San Petersburgo. Forsythe vuelve a usar la nieve como ilusión elusiva del tiempo lineal. Acaso Petipa pretendió lo mismo al ponerlo en el guión de marras que mandó a Chaicovski. Uno fue la cima del ballet del XIX, y este lo es del XX, hasta preconizar ese 'no equilibrio en disipación' que tanto fascina a Libeskind. Duro, pero verdadero; difícil, pero de acerada autenticidad. Como el ballet académico, que por cierto, no está muerto.

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