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Reportaje:

Un misántropo muy humano

El escritor y columnista Joan Dolç descubre su faceta de fotógrafo en un libro con más de 200 imágenes

Ni siquiera sus mejores amigos sabían que Joan Dolç (Alboraia, 1956) socio de la productora Malvarrosa Media, columnista y escritor, era un diletante crónico de la fotografía. Una afición secreta que ha salido a la luz con la publicación del libro Life is fun, que incluye más de 200 retratos en blanco y negro de la década de los noventa con una notoria intención de contradecir un título irónico: 'La vida puede ser divertida, pero en términos generales, no lo es en absoluto'.

Para desbrozar el momento cultural actual a través de la fotografía Dolç ha inmortalizado ojos anhelantes, miradas perdidas, gente que espera sin saber qué, bostezos, y otras imágenes cotidianas. Ése es el hilo conductor que enlaza a protagonistas vulgares con idéntica actitud, pese a residir en Nueva York, Leningrado, Lisboa, Santander o Alboraia. 'Las fotografías no tienen pie. Indico la procedencia al final del libro y eliminé los textos que escribí porque hubieran condicionado la mirada del lector', indica. 'Si hubiera puesto que es Leningrado, el lector hubiera aplicado el cliché del ex soviético'.

Las fotografías se organizan a lo largo de cinco capítulos precedidos por frases en cinco idiomas: francés, alemán, inglés, italiano y castellano. Su actividad profesional como director de prensa en una importante empresa le permitió viajar por todo el mundo aunque manifiesta que aquel oficio era alienante y se divertía con la cámara, impresionando imágenes que ilustran el meollo de la existencia: el hastío de la inercia vital. 'Puedo disfrutar con imágenes depresivas porque te ayudan a ver la realidad', declara.

En su opinión, el mundo actual tan atiborrado de iconografía, ruido y entretenimiento, imposibilita la visión de la verdad como sucedía en la época victoriana. Califica a la generación de los setenta, a la que pertenece, como 'la última que creía en un progreso basado en la razón', y para ello estaban siempre 'en estado de duda permanente', recalca quien gozaba con filmes de Ingmar Bergman.

Un estado que se refleja en este libro donde vierte su mirada de misántropo con la que bautizó su célebre columna del periódico El Punt. Pero desde la fatalidad de un misántropo especial, que no siente aversión por las personas, sino que sufre porque percibe lo que el resto de mortales ignoran al quedarse en la capa superficial. Como en sus columnas de El Punt, Valencia Semanal, El Periòdic o Araomai, la mirada de este libro 'no es reivindicativa', sino que pretende constatar 'el drama íntimo que todos llevamos'.

Con una pretensión de austeridad absoluta en imágenes en blanco y negro, el autor de L'onanista ambiciós también ha descartado cualquier tipo de manipulación digital y ha utilizado una cámara que le permitiera registrar lo que veía en el visor en el mismo momento, al estilo de los clásicos, lo que confiere un look más clásico. Y ha controlado hasta el positivado de las imágenes. Precisamente la que ilustra la portada dio la clave para rotular el libro: Un hombre apura una colilla en Nueva York reclinado sobre un cartel en el que lee Life is fun.

Life is fun está editado por L'Eixam, la editorial valenciana de su amigo Rafael Arnal, con quien ha escrito Puta misèria y Amb la cua encesa.

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