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CRISIS DE GOBIERNO EN CATALUÑA

El cambio pretende mantener el equilibrio de fuerzas en CiU

Pujol abrió y liquidó la crisis el domingo en una sucesión de entrevistas

Francesc Valls

La sexta crisis del Consell Executiu que CiU administra en tres años de Gobierno tiene características especiales. Es la primera que Jordi Pujol afronta a la medida de su sucesor, el conseller en cap, Artur Mas. Sin embargo, fuentes de CiU coincidían ayer en afirmar que no es el Gobierno que Mas hubiera deseado. Es una aproximación para visualizar que el delfín ya gobierna, aunque no ocupe el cargo de presidente de la Generalitat.

La crisis de Gobierno fue resuelta en cuestión de horas. El pasado domingo por la tarde, Pujol se reunió con Mas y posteriormente con el secretario general de la federación y líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida. Luego fueron desfilando los cuatro consejeros cesantes y los dos nuevos. A las 11 de la noche, el círculo se había cerrado. El propio presidente de la Generalitat reconocía ayer haber ocultado deliberadamente -incluso negado- a los medios de comunicación la crisis de Gobierno, incluso cuando Mas la sacó a relucir el pasado mes de septiembre.

En aquella ocasión Pujol llegó a desautorizar públicamente los cambios que pretendía su conseller en cap. 'Como había trascendido a los medios de comunicación, el presidente decidió dar marcha atrás', aseguraron ayer fuentes de CiU. No era el momento. Anteayer sí lo fue, a juicio de un Pujol que cerró la crisis en un visto y no visto. Era preciso hacer patente que el delfín lleva, aunque sea a medias, las riendas del Gobierno catalán.

El único sistema era una crisis, puesto que si Pujol hubiera optado por dejar el cargo, el actual conseller en cap debería someter su investidura al Parlamento catalán. En este caso, se habría hecho preciso el concurso del Partido Popular -el socio de CiU en esta legislatura-, para garantizar el recambio en la presidencia. Y esa es una fotografía que los nacionalistas catalanes quieren evitar al precio que sea, tal como reconocen.

La crisis de Gobierno se ha revelado, pues, como la única solución factible y no lesiva para un sucesor que hace escasamente unas semanas pedía un nuevo Estatuto de autonomía para Cataluña -en la próxima legislatura-, un objetivo que sirve precisamente para marcar distancias políticas con el PP. Con los cambios acometidos , Mas ha querido desembarazarse de algunos lastres del pasado. Por ejemplo, el consejero de Industria, Antoni Subirà, con episodios políticos como la desaparición de casi 3.000 expedientes relacionados con el caso turismo, de supuesta malversación de fondos públicos y falsedad documental en el Consorcio de Turismo de la Generalitat. Subirà es, además, hombre del entorno familiar pujolista -primo político de Jordi Pujol-, y tiene como secretario general de su departamento a Oriol Pujol Ferrusola, quinto hijo del presidente de la Generalitat El consejero de Industria saliente estaba considerado uno de los intocables del Gobierno y los más fieles de Mas han hecho bandera de su destitución política.

Antoni Fernández Teixidó, hombre de confianza del sucesor, será el encargado de sustituir a Subirà. Es un nacionalista moderado, pragmático, que procede del Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez. Pero tampoco es el gran nombre que algunos podían esperar del que algunos denominan ya 'el primer Gobierno Mas', aunque lo presida Pujol.

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Contrapartidas

Fuentes de CiU afirmaban ayer que en esta crisis ha primado la forma sobre el fondo, la visualización de que Mas gobierna sobre el alcance real del propio cambio. Todo se ha movido en un complicado juego de equilibrios en la federación y entre los sectores soberanistas y pragmáticos. Así, se interpreta que la designación de Fernández Teixidó tenga como contrapartida el nombramiento de un soberanista, el consejero de Política Territorial y Obras Públicas, Felip Puig, como portavoz.

También se premian dos fidelidades. La de la consejera Núria de Gispert -que deja Gobernación- para ocupar la cartera unificada de Justicia e Interior, y la del viejo roquista Francesc Homs, titular de Economía. Ambos pasan a presidir dos grandes comisiones delegadas (la social e institucional y la económica) que hasta ahora encabezaba Artur Mas. La cuota democristiana en el nuevo Ejecutivo se mantiene, gracias a la entrada de Josep Maria Pelegrí, secretario de organización de Unió.

Una retirada con cálculo

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, se despide de las escena política catalana por fascículos y mostrando sus dotes de hábil administrador del tempus político. Nadie auguraba tras las pasadas elecciones autonómicas de 1999 que las incógnitas políticas de la federación nacionalista se despejarían tal como ha sucedido. Primero nombró a Artur Mas conseller en cap y lo ungió como sucesor. Luego colocó al gran perjudicado, Josep Antoni Duran Lleida, al frente de la federación nacionalista. Poco a poco ha ido cediendo protagonismo. Y el de ayer fue un paso inesperado: cedió, contra su inclinación personal, a las pretensiones de Mas y dio paso a la sexta crisis de Gobierno en tres años. Lo único que Pujol no puede hacer es dejar el cargo. Dijo que no lo haría, pero, además, en caso de ceder se hallaría frente a una fotografía indeseada: su mayoría es de un escaño y necesitaría todos los votos del PP para investir al delfín.

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