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ELECCIONES EN EE UU

Bush protagoniza la recta final de la campaña electoral

Un estrecho margen de votos decidirá mañana la mayoría en el Congreso de EE UU

Los presidentes 42 y 43 de EE UU, Bill Clinton y George W. Bush, se han lanzado de lleno a la campaña electoral para arañar unos cuantos cientos de votos de los que puede depender el control político del país en los próximos dos años. Con encuestas perfectamente equilibradas, un nivel de abstención previsiblemente alto y una desconfianza generalizada en el sistema de recuento electoral, las elecciones de mañana pueden no quedar resueltas hasta que no pasen días o semanas.

Bush recorrió los Estados de Tennessee, Georgia y Florida el sábado para moverse después hacia el medio Oeste. Ayer hizo campaña en Iowa, Illinois, Minnesota y Dakota del Sur. Están en juego todos los escaños de la Cámara de Representantes, 34 del Senado y, no menos importante, 36 cargos de gobernador.

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Para que los demócratas lograsen arrebatar a los republicanos el control de la Cámara tendrían que ganar todos los escaños que ahora se dan por empatados en las encuestas y arrebatar ocho más a sus contrincantes allí donde los dan por seguros. Los republicanos no lo tienen mucho más fácil si quieren ser mayoría en el Senado. Un análisis de fin de campaña permite vaticinar que todo puede llegar a depender de cuatro batallas por otros tantos escaños. Los republicanos tendrían que ganar tres de esas cuatro batallas para conseguir 50 escaños en una Cámara de 100. Eso les daría una mayoría virtual porque el voto del desempate corresponde al presidente de la Cámara, que no es otro que el vicepresidente, Dick Cheney.

Largo recuento

Así las cosas, las apuestas se inclinan por un mantenimiento de la situación actual (mayoría republicana en la Cámara y demócrata en el Senado), no sin antes asistir a un recuento que promete ser largo y con sobresaltos. Algunos Estados ya han anunciado que el recuento será a mano, lo cual puede posponer hasta última hora del miércoles el resultado en esas demarcaciones. Si la victoria de uno u otro partido depende de ese escaño, la noche electoral quedará en suspenso. Peor aún: la ley electoral de Luisiana obliga a una segunda ronda en diciembre si ninguno de los candidatos consigue mañana más de un 50% de los votos.

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Una encuesta de la CBS y The New York Times publicada ayer demuestra que el empate en la intención de voto refleja una opinión pública dividida con extraña precisión ante cualquier aspecto de la vida social y política. Cuatro de cada 10 votantes creen que los demócratas harían de EE UU un país más próspero, y el mismo número piensa que son los republicanos los que mejor harían ese trabajo. La mitad de los encuestados aprueba la labor de Bush en el terreno económico y la otra mitad la desaprueba.

Con este panorama y con el esperpento de Florida en la cabeza, nadie se atreve a dar nada por seguro. La historia demuestra que el partido cuyo candidato está en la Casa Blanca pierde posiciones en el Capitolio en las elecciones parciales a mitad de mandato, pero Clinton rompió esa tendencia hace cuatro años a pesar de estar agobiado por el caso Lewinsky.

Los dos partidos saben que la victoria puede depender de las minorías y, sobre todo, de la movilización del electorado, aunque por el número de registros del censo se prevé una participación incluso inferior al 35% del 98. Clinton lo reconoció en Florida: 'Si no votáis en estas elecciones por lo que pasó en las últimas, es como si os quitaran vuestro voto dos veces', dijo en un mitin de apoyo al candidato demócrata a gobernador, Bill McBride, que compite frente al hermano del presidente, Jeb Bush.

ASSOCIATED PRESS

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