Un rescate caótico, sin medios y con atascos
Rabia, cansancio, frustración y polémica. Mientras una treintena de niños y profesores todavía permanecían sepultados bajo los escombros de la escuela de San Giuliano di Puglia, los habitantes de la localidad manifestaban su rabia y desesperación. Algunas personas ya habían sentido una sacudida provocada por un terremoto la noche anterior y habían sugerido que ayer, por prudencia, no se abrieran los colegios. Además, con el paso de las horas se hacía cada vez más claro que los equipos de socorro y protección civil no estaban coordinados. La queja general era que faltaban tanto especialistas como medios adecuados para llevar a cabo el rescate. Sobre el terreno era necesaria una sierra especial capaz de cortar el cemento armado, pero ayer al anochecer todavía no había llegado. La grúa que los bomberos estaban utilizando no estaba preparada para elevar los restos de un edificio derrumbado. Paradójicamente, a las afueras de San Giulano había un atasco que alcanzaba los cuatro kilómetros de longitud, formado principalmente por vehículos de equipos de rescate y seguridad que, bloqueados en la carretera, no podían acceder al área del desastre. A la sensación de pérdida de unas horas preciosas se unía la rabia porque la tragedia tal vez podía haberse evitado. Así lo mantienen varias personas, entre otras el párroco de la localidad, Ulisse Marinelli. Según el testimonio de varios vecinos, Marinelli había insistido a primera hora de la mañana en el Ayuntamiento para que se cerrasen las escuelas después de la primera sacudida.
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