El enfrentamiento de Blair y Chirac en Bruselas abre una crisis entre los dos países

Tormenta sobre el canal, y esta vez por partida triple. A las víctimas del huracán se añade la paralización total de los trenes París-Londres y el frío que se abate sobre las relaciones diplomáticas franco-británicas, que provocó ayer la suspensión de una cumbre bilateral entre Francia y Gran Bretaña prevista para diciembre. Será más fácil restablecer el tráfico ferroviario bajo el mar -afectado por la sal depositada sobre las catenarias- que arreglar la lucha de poder abierta en el seno de la UE, origen del enfrentamiento protagonizado por el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, durante la reciente cumbre europea en Bruselas.

Los dos líderes volvieron a sus respectivos despachos con un enfado importante. Tanto la diplomacia francesa como el portavoz del 10 de Downing Street trataron de restar trascendencia a la cancelación del encuentro. La fecha del 3 de diciembre, inicialmente prevista para la cumbre franco-británica, había sido escogida tras las reuniones franco-italiana y franco-española que han de producirse a lo largo de noviembre, y debería haber precedido a la cumbre europea de Copenhague, juzgada decisiva para la ampliación de la UE.

En el corazón de la disputa se encuentra la rebaja obtenida en 1984 por Reino Unido sobre su participación en el presupuesto europeo, justificada en función de que Londres se aprovechaba de menos ayudas a la agricultura que países como Francia. Chirac cuestiona ese cheque británico (4.489 millones de euros este año para Londres) por considerar que Francia lo financia en gran parte. Y los británicos, que no quieren revisarlo, se ven ante una política franco-alemana de hechos consumados, una vez que el canciller alemán, Gerhard Schröder, apoya el mantenimiento de la política agrícola común (PAC) deseado por París y se ha ofrecido a colaborar con Francia sobre el futuro de Europa.

A tales diferencias se agrega la postura sobre Irak, en que París y Berlín juegan en el mismo terreno y sostienen tácticas contrarias a las del sostén a EE UU preconizado por Blair. El ejecutivo francés quiere presionar al británico para que escoja el campo europeo a la hora de construir una diplomacia y una defensa común y para que integre a su país en la zona euro: en ese caso 'no hay duda de que Europa reservaría a los británicos una acogida masiva', aseguró el lunes el jefe del Gobierno francés, Jean-Pierre Raffarin.

Raffarin explicó también que Chirac había defendido vigorosamente la situación de la política agrícola común (PAC) y su mantenimiento hasta 2006 para no perjudicar a los agricultores franceses, mientras Blair había sostenido lo contrario.

El Gobierno francés no desea ir mucho más lejos en el conflicto. En todo caso, la suspensión de la cumbre franco-británica es un hecho confirmado. 'Necesitamos un poco más de tiempo, por una parte y por la otra, para asegurar una buena preparación', explicó el portavoz del Quai d'Orsay, François Rivasseau, derrochando aún más tacto del acostumbrado.

En el fondo de todo este conflicto emerge la recomposición del poder en el seno de la UE. Blair había aprovechado la crisis de la pareja franco-alemana durante los últimos años para avanzar sus peones en el ajedrez europeo. Pero en Francia se ha cerrado definitivamente la etapa de la cohabitación, durante la cual este país actuaba con dos cabezas del Ejecutivo -el presidente y el primer ministro-, muchas veces enfrentadas. Y Chirac está completamente decidido a reafirmar el derecho de Francia a encabezar la ampliación y la orientación de las reformas de la UE.