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Tribuna
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Bibliotecarios en Internet

La explosión de Internet ha significado la aparición de nuevos perfiles profesionales, con la consiguiente proliferación de nuevas denominaciones, o la renovación y adaptación al nuevo entorno de las ya existentes. Este es el caso de los bibliotecarios documentalistas, para los que Internet está significando una revalorización sin precedentes, así como la apertura a la colaboración multidisciplinar con otros profesionales.

Si bien la ampliación de los horizontes profesionales de los bibliotecarios documentalistas se viene observando ya desde el momento en que la informatización de la sociedad hizo patente la necesidad de gestión de un creciente volumen de información, ha sido la irrupción de Internet la que ha modificado exponencialmente esta tendencia: se han ampliado notablemente las perspectivas de ámbitos de actuación laboral y, sobre todo, las perspectivas de concepción de la propia identidad profesional.

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El profesional de la información está realizando una 'evolución natural': de gestor de información a distintos niveles, a gestor del conocimiento. En muchos casos está adquiriendo un papel estratégico en aquellas organizaciones que han visto la necesidad de tener expertos en gestión de contenidos y en auditorías informacionales. Por una parte, actúan en calidad de intermediarios y gestores entre el gran volumen de información que la sociedad genera y la sociedad misma a la que sirven. Buscan, seleccionan, organizan, difunden y distribuyen recursos electrónicos y en muchos casos se convierten en 'editores electrónicos' de información. Por otra parte, y de manera cada vez más patente, las organizaciones demandan profesionales que entiendan de contenidos y de cómo estructurarlos para que sean fácilmente accesibles. Se incorporan, pues, de lleno en la planificación de intranets o de webs corporativas. A los conocimientos tecnológicos se une una visión transversal de las organizaciones en las que operan.

Hoy, el reto y las nuevas oportunidades se encuentran en participar activamente en equipos pluridisciplinarios (recursos humanos, organización, servicio informático, etcétera) para la gestión del conocimiento en las organizaciones, integrando recursos externos con información interna y con conocimientos tácitos. Si la información y los conocimientos son críticos para las organizaciones, los buenos gestores, con una visión amplia y que sepan actuar como consultores de la dirección para optimizar los recursos de información, serán cada vez más necesarios. En el marco de una empresa, por ejemplo, la integración de la información externa en una intranet, la selección de la información pertinente a las necesidades de cada usuario, corresponden en el nuevo entorno a las tareas que no hace mucho se realizaban desde la biblioteca centro de documentación.

Estos cambios han tenido su reflejo en la formación universitaria. La reforma de los estudios universitarios de diplomatura se ha visto claramente influida por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y la licenciatura en documentación, como estudios de segundo ciclo, ha hecho posible la especialización en el ámbito de la gestión de servicios de información. Además, con la formación continuada desarrollada por buena parte de la profesión, ha comportado un salto cualitativo en la capacitación para el ejercicio de la profesión, en el nuevo entorno de la sociedad de la información.

Los bibliotecarios documentalistas hoy, como profesionales de la información y del conocimiento, están totalmente inmersos a la aplicación de los desarrollos que ofrecen las tecnologías de la información, al tiempo que son herederos de la tradición técnica que los vincula a la organización de contenidos, a la recuperación de información, a la selección de recursos estratégicos y a la formación de los usuarios en el uso autónomo y eficaz de los recursos de información.

Que el lugar de trabajo sea un portal, una editorial, un despacho de abogados, la intranet de un ministerio, el servicio de información ciudadana de un ayuntamiento, la unidad de documentación de un medio de comunicación, un instituto de investigación, un laboratorio, el departamento de información de una gran empresa, etcétera, además de los entornos laborales más habituales, no hace sino subrayar el acierto de la predicción de un futuro prometedor que realizara en 1982 F. W. Lancaster en su trabajo Libraries and librarians in an age of electronics.

En el marco de los servicios públicos, la biblioteca del siglo XXI se presenta hoy como una solución para satisfacer, en el entorno digital, las mismas necesidades que llevaron al nacimiento de la biblioteca pública moderna del siglo XIX: asegurar un acceso democrático a la información, al saber y a la cultura. La sociedad de la información exige una apuesta por la alfabetización tecnológica de toda la población, la formación permanente y la generación y compartición de conocimiento. Para realizar semejante inversión comunitaria de futuro, las bibliotecas son un marco institucional adecuado: tanto en forma de espacio físico, como en muchos casos de espacio virtual. Son una buena apuesta para formar a los usuarios de la información y para dotar de contenidos locales a la red global.

Posiblemente las organizaciones que se situarán mejor en el mercado serán aquellas que sepan integrar en un equipo de trabajo a bibliotecarios documentalistas, informáticos, responsables de calidad, de mercadotecnia y de recursos humanos. Todos ellos tienen hoy mucha relación con la gestión de la información y de los conocimientos. Todos ellos son necesarios si se quiere algo más que tener una web o una intranet corporativa, si se quiere obtener lo que realmente demanda la sociedad de la información: una nueva cultura de las organizaciones.

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