El público aplaude un 'Otello' en Sevilla sin orquesta y acompañado al piano
El Teatro Maestranza ofreció el montaje pese a la huelga de los músicos
El Teatro de la Maestranza de Sevilla estrenó el viernes, sin orquesta pero con gran éxito al final, la ópera Otello, de Giuseppe Verdi, una producción del Théâtre du Capitole de Toulouse con dirección escénica de Nicolas Joel y música de Jesús López Cobos. El sonido del foso se sustituyó por un piano. La causa: una huelga de músicos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla por la negociación del convenio colectivo.
Con un reparto encabezado por el tenor Frank Porretta, como Otello, el barítono Carlos Álvarez, en el papel de Yago y la soprano Hasmik Papian, que hizo Desdémona, la obra verdiana era muy esperada por el público, no sólo porque abría la temporada lírica del Maestranza, sino porque era la primera vez que llegaba al coliseo y representaba el estreno de Álvarez en uno de los papeles más difíciles para el repertorio barítono.
El motivo de la huelga son las discrepancias de tipo salarial y de duración de la jornada laboral entre los trabajadores de la ROSS y la empresa en la negociación del convenio colectivo. Ante la convocatoria de paro de los músicos, coincidiendo con las cuatro funciones de Otello, previstas inicialmente para los días 24, 27 y 30 de octubre y 1 de noviembre, el teatro, que contrata a esta formación para los montajes líricos, decidió trasladarlas al 25, 28 y 29 de octubre y 2 de noviembre. Pero el comité de empresa de la orquesta cambió nuevamente las fechas de la huelga para hacerlas coincidir con la ópera.
Las negociaciones continuaron hasta último momento. Pese al anuncio que el director del Maestranza, José Luis Castro, había realizado el jueves asegurando que Otello se representaría con o sin orquesta, los espectadores desconocían, minutos antes de la función, si finalmente los músicos estarían en el foso. No fue así. El teatro ofreció la posibilidad de devolver las localidades. Hubo abucheos y crispación entre el público, con insultos cruzados. La mayoría, sin embargo, permaneció en sus asientos y la ópera se representó con el acompañamiento del maestro repetidor Leonardo Catalanotto al piano, cuyo esfuerzo fue premiado al final con el teatro entero puesto en pie y aplaudiéndole durante varios minutos.
Los espectadores sacaron ventajas del singular montaje, con una formidable escenografía (de Ezio Frigerio) y vestuario de Franca Squarciapino. Lamentaban la falta de orquestación, pero pudieron escuchar mejor las voces de los cantantes.
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