La película sobre el 11-S abre una Seminci contra el conformismo

El conjunto de miniaturas cinematográficas que componen 11 de septiembre -11 cineastas que en 11 minutos cada uno convocan 11 ecos arrancados de aquel estruendo- se dio a conocer en esa fecha durante el Festival de Venecia, y desde entonces su fuerza de arrastre no ha parado de ensancharse, a la manera de una pedrada sobre las aguas quietas y perturbadas de un tiempo de estanque. A la ola de pesimismo, de conformismo y de reaccionarismo creados en todo el mundo por la resaca de esa siniestra fecha, este pequeño e indomable filme, que contiene piezas de orfebrería cinematográfica de excepcional finura, opone los prodigios éticos y estéticos de la esperanza y la desobediencia. Y al soplo belicista y adocenado procedente de aquel bestial crimen innumerable, este libérrimo filme contrapone espíritu esclarecedor, pasión por atravesar las apariencias.

El director del Festival de Valladolid, Fernando Lara, ha propuesto ayer aquí, como rasgo identificador de su 47ª edición, a ese espíritu, dando a la apertura de sus proyecciones con 11 de septiembre calidad de idea programática. Y, en coherencia, la exposición de motivos de esta edición deja caer entre ojo y ojo ideas de esta rectitud: 'Teóricos e historiadores del audiovisual se esfuerzan en convencernos de la muerte del cine, pero la programación de esta 47ª Semana demuestra la riqueza, vigor y pluralidad del cine de nuestros días, el interés de sus propuestas, la variedad de sus formas expresivas'.

Y más adelante: 'Los distribuidores independientes españoles protestan por la escasa atención que las televisiones prestan al cine europeo al emplear la mayoría de sus recursos en cine de Hollywood, pero esta 47ª Semana se compone casi íntegramente de películas europeas. Aquí y allá se impone el pensamiento único, la visión uniforme sobre la realidad, el temor a la disidencia, pero esta 47ª Semana llama a la polémica, al debate, al incorformismo. Por eso, si el año pasado la inauguramos con Kandahar, este año lo hacemos con 11 septiembre'.

Las delicadas y vigorosas composiciones de cine documental y de cine lírico; los trenzados de poesía visual apacible y fraterna; las recias y nítidas llamadas a la memoria y a la calma que los 11 creadores de 11 de septiembre arrancan con dolor y con inteligencia de aquella convulsión histórica, escupen y golpean por igual a los fríos y salvajes dinamiteros de las Torres Gemelas neoyorquinas y a los turbios negociantes y políticos carroñeros que están sacando a punta de pala sucios dividendos de sus sagrados escombros. No es 11 de septiembre cine descriptivo, porque la descripción requiere alejamiento, y la directora iraní Samira Mkhmalbaf, el británico Ken Loach, el estadounidense Sean Penn, la indio Mira Nair y el judío Amos Gitai no alejan sus cámaras de lo que nos cuentan con ellas, sino que las bañan en las aguas profundas de su relato. Y, junto a sus otros colegas, el mexicano Alejandro González Iñarritu, el egipcio Yusef Chahine, el japonés Shohei Imamura, el francés Claude Lelouch, el centroafricano Idrissa Quedraogo y el bosnio Danis Tanovic, aúnan en 11 de septiembre esfuerzos para devolver al cine su antigua e irrenunciable vocación de ventana abierta, de forma de conocimiento.