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Columna
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Oscuros intereses

Hace diez años, la descalificación personal de los críticos era un método que Jesús Gil utilizaba prácticamente en exclusiva. Es un procedimiento repugnante pero eficaz: no se responde a las críticas pero se insulta al que las formula. Así, muchos terminan cohibiéndose para evitar el zarandeo. A Gil le debe mucho la política andaluza: introdujo un lenguaje y unas maneras que todos los partidos en mayor o menor medida han terminado haciendo suyos. Es frecuente encontrarse con declaraciones de políticos que atribuyen a 'oscuros intereses' cualquier atisbo de crítica. Sólo insinúan, sabiendo quizá que la insidia hace más estragos que las calumnias y no tienen en cuenta que frente a intereses hipotéticos los suyos son bien manifiestos: continuar en el cargo.

El martes, Francisco Ferraro, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, hizo público el análisis que sobre el Plan Siglo XXI de la Junta ha elaborado el Observatorio Económico de Andalucía, una asociación sin ánimo de lucro formada por medio centenar de expertos, que preside Ferraro. El análisis era crítico, como era su obligación. No habría necesidad de recordarlo, pero, aunque la obsesión por la propaganda impida entenderlo, la crítica es una necesidad de las sociedades abiertas y modernas.

El Observatorio desmenuzaba el Plan Siglo XXI de la Junta y tildaba de 'autocomplacientes' sus diagnósticos. Además, descubría un par de perlas: en el medio millar de folios en los que se exponía el Plan, se hacía referencia a 'este final de siglo' o a la 'próxima' implantación del euro, lo que era un claro indicio de que parte de los contenidos del Plan eran reciclados. El asunto no es anecdótico, porque revelaría que nadie excepto los del Observatorio se había leído el Plan.

La respuesta de la consejera de Economía no tardó en llegar y poco después de la presentación del informe, se decidió a echar basura sobre Ferraro, aunque, eso sí, no se atrevió a contestar a ninguno de sus argumentos. Según Magdalena Álvarez, todo obedece al rencor del catedrático que 'vive de eso' y está resentido 'porque tuvo que irse de la Consejería de Economía'.

Cualquiera diría que Ferraro tuvo que salir huyendo de la Consejería porque le cogieron robando la caja. No fue así, dimitió de su cargo de secretario de Economía en desacuerdo con la política de la Junta: ya se sabe cómo son los intelectuales. Ferraro tampoco 'vive' del Observatorio, aunque es tan legítimo vivir de la crítica como vivir del poder: su cargo es honorífico y, por lo que se ve, no recibe ni las gracias; sólo insultos.

En los últimos meses, Magdalena Álvarez viene derrochando su credibilidad: ha dicho que lo de su candidatura a la Alcaldía de Málaga era un 'invento de la prensa', ha animado a los sindicatos a que fueran a una huelga que aún no se habían decidido a convocar, ha asegurado que Andalucía había alcanzado la 'convergencia real' y luego se ha desdicho enviando a la prensa una transcripción de sus declaraciones previamente mutiladas.

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Es peligroso: la credibilidad es algo que se agota de la noche a la mañana, sin avisar como bien sabe Celia Villalobos y no es bueno desperdiciarla.

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