Impotencia
Publicaba este periódico el pasado miércoles una foto de García Cordcro que puede resumir el estado de ánimo de quienes representan a los trabajadores en Andalucía. Una fotografía que nos da las claves de lo que está pasando con el Plan de Empleo Rural (PER). Por un lado, Teófila Martínez y Antonio Sanz, abandonando el proscenio del escenario por la derecha, con prisas, cabeza gacha y pelos sueltos (Teófila) y Sanz con perplejidad en su rostro.
Julio Ruiz, de Comisiones Obreras, parece estar cazando moscas con la mirada, y oteando horizontes nada claros.
Pero donde de verdad se puede detectar lo que sucede lo tenemos en la imagen del secretario general de la UGT de Andalucía, Manuel Pastrana. Cara de desencanto, sigue con la mirada la marcha (¿huida?) de la señora Martínez y se coge las manos como si estuviera en un velatorio. En su rostro está la señal de la impotencia. Todo un poema cuando con las cosas del comer no se juega. Hay quien piensa que Zaplana, versus Aznar, ya tienen decidida fecha y calendario para dar marcha atrás en el único punto del decretazo que no lo han hecho. Será, dicen, con las elecciones municipales y andaluzas más próximas. Veremos. Lo que si tiene claro el PP es que está atado de pies y manos; que tiene escasa capacidad de movimiento y de presión en Madrid, sobre todo cuando se sabe que Javier Arenas no quiere entrar en este huerto y no precisamente de rosas. Bastante tiene con las transferencias y los dineros que tienen que llegar a Andalucía. Sucede, sin embargo, que los trabajadores del campo no podrán esperar tanto tiempo. Ya hay setenta y dos mil que se quedaron sin subsidio. De aquí a entonces puede haber otro tanto. Es decir, cuando quieran dar marcha atrás apenas quedarán trabajadores del medio rural con derecho al desempleo.
Es más, los trabajadores, ya lo anuncian Julio Ruiz y Manuel Pastrana por un lado y Diego Cañamero (SOC), por otro, no van a quedarse mano sobre mano, que ya lo están, sino que preparan acciones, algunas muy sonoras, sin descartar la huelga general. El campo no está para muchas bromas y en La Moncloa, por lo visto, no lo saben o miran hacia otra parte.
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