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Entrevista:ALFREDO BRYCE ECHENIQUE | Escritor

'Mi choque con la realidad peruana ha sido muy duro'

'En la misma semana me han dado el Premio Planeta y he encontrado casa. Puedo decir que Barcelona me ha recibido con los brazos abiertos'. Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939) expresó ayer su satisfacción por haber conseguido el 51º Premio Planeta, con El huerto de mi amada, y por su regreso a España. 'Me he decidido por Barcelona porque es la ciudad que mejor se adapta a mi modo de ser y porque, como Lima, está bañada por el mar. Aunque no cerraré mi casa de Lima, mi idea es pasar en mi país un par de meses al año'.

Ayer, en conferencia de prensa y también en entrevistas, Bryce Echenique habló de El huerto de su amada, que saldrá el 30 de octubre con una tirada inicial de 210.000 ejemplares, y de los años que ha vivido en su país. Con su habitual humor se refirió a la intensa gira de promoción que le prepara Planeta: 'Como decimos en Perú, allá voy si no me caigo'.

'He querido retratar una sociedad que añora la siesta colonial, hipócrita y moralmente fea'

Pregunta. ¿Cómo han sido estos tres años en Perú?

Respuesta. Regresé justo al final de la dictadura de Fujimori y me encontré con una impresionante degradación. El choque con la realidad fue muy duro, me sentí perdido y angustiado. Sé que hay corrupciones más graves en otros lugares, pero ver la de mi propio país me produjo una enorme aflicción, dolor, rabia y pudor y también una sensación triste de impotencia.

P. Encontraría cosas buenas.

R. Sí, claro, la fiesta permanente con mis amigos. El encuentro entrañable de la amistad y el cariño. También viajé mucho por provincias y me reuní con muchos jóvenes. Me conmovió su curiosidad.

P. En su anterior novela, La amigdalitis de Tarzán, hablaba de un desencuentro amoroso, en El huerto de mi amada, también hay un fracaso sentimental.

R. En este caso, es el encontronazo de un chico que está acabando el colegio con una mujer sofisticada, cosmopolita, codiciada, amada y odiada por los hombres, que le dobla en edad.

P. Hace un retrato de la Lima de los años cincuenta a setenta.

R. He querido hablar de una sociedad que añora la siesta colonial, una sociedad moralmente fea e hipócrita, en la que el temor al escándalo puede hacer fracasar un amor. También la diferencia de edad entre él y ella.

P. Usted vivió 30 años lejos de Perú, ¿necesita alejarse para escribir sobre su país?

R. No. Ésta es la primera vez que escribo la mayor parte de una novela en Perú. De hecho el arranque, que me parece fundamental para el desarrollo de la historia, lo hice allí. Y también el final. Lo que necesito es una distancia irónica.

P. Dicen que todas sus novelas son autobiográficas.

R. Sí, y cuando publiqué mis memorias dijeron que era una novela. Cuando escribo lo hago sin preocuparme de estas cosas, con espontaneidad, claro que la memoria tiene una gran importancia. Como decía Borges, uno cuenta las cosas no tal como sucedieron sino como uno las recuerda.

P. Su libro concurrió con el título de El efecto Siboney. ¿Por la canción?

R. Cuando regresé a Perú viví invadido por los recuerdos, como el del primer tocadiscos de long plays que tuvimos en casa y el de uno de nuestros primeros discos, en el que Bing Crosby cantaba Siboney. Ésta es la melodía que al chico de la novela, que es un beato, le saca de su abstracción.

P. ¿Por qué se presentó al Planeta?

R. Me lo sugirieron y yo tenía ganas de probar suerte.

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