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La alianza de partidos islámicos se convierte en la tercera fuerza política de Pakistán

Fuerte impulso de una coalición contraria a la política pronorteamericana de Musharraf

La coalición de partidos islámicos Muttahidda Majlis-e-Amal (MMA, Frente Unido de Acción) ha dado la sorpresa en las legislativas del pasado jueves en Pakistán al convertirse en la tercera fuerza de la nueva Asamblea Nacional. De acuerdo con los últimos datos oficiales facilitados ayer, cuando se llevaban atribuidos 231 de los 272 escaños de la lista general, la MMA lograba al menos 47 diputados (frente a los 9 de 1997). Encabezaba los resultados, aunque no con suficiente diferencia para gobernar en solitario, la escisión de la Liga Musulmana de Pakistán que respalda al dictador Pervez Musharraf (PML-Q), con 66. En segundo lugar, con 51 diputados, se situaba el Partido Popular de Pakistán (PPP), que dirige la ex primera ministra Benazir Bhutto, quien desde ell exilio cuestionó los resultados.

'Todo ha sido arreglado y preorganizado', denunció Zafar Ali Shah, vicepresidente del sector de la PML que ha permanecido fiel al ex primer ministro Nawaz Sharif. Depuesto por el golpe de Estado del general Musharraf en 1999, Sharif vive hoy exiliado en Arabia Saudí y no fue autorizado a participar en las elecciones. En los resultados parciales sólo se le atribuían 13 diputados.

La tasa de participación fue del 34,24% según datos oficiales, una cifra similar a la des las últimas elecciones generales, celebradas en 1997. El Parlamento cuenta con 342 escaños, de los que 60 están reservados a mujeres y otros 10 a minorías religiosas.

Preguntado por el impresionante resultado de la coalición de partidos religiosos, Shah se mostró convencido de que cuenta con el apoyo del Gobierno. 'La gente va a ver que la MMA es una alianza de clérigos y militares', aseguró.

Sin embargo, el acoso de Musharraf a los extremistas islámicos a raíz de su alianza con Estados Unidos no parece el mejor precedente para que el partido ganador establezca un partido de coalición con la alianza islámica. Los seis integrantes de la MMA, que es la primera vez que se coordinan ante una cita electoral, carecen de un programa político común más allá de la defensa del islam y de sus tradiciones.

Su campaña se ha centrado en el rechazo a la presencia estadounidense en Pakistán y a las operaciones en el vecino Afganistán. De hecho los mejores resultados de la MMA proceden de las regiones tribales, fronterizas con ese país, y tradicionalmente muy conservadoras.

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El principal integrante de la coalición es Jamaat-i-Islami (JI, Asamblea Islámica), el más moderado y el más antiguo de los seis partidos. Está dirigido por qazi Husain Ahmed, de 63 años, un orador capaz de mantener la atención de su audiencia durante horas con las atrocidades cometidas contra los musulmanes. Bien organizada, la JI defiende la justicia islámica, la banca sin intereses, la educación para todos y no se opone a la enseñanza mixta o al trabajo de las mujeres.

'Queremos trabajar en el marco de la Constitución nacional que precisa que la soberanía procede de Dios', manifiesta Shahid Shamsi, portavoz del partido, que precisa que su movimiento no pide la instauración de la sharía, ley islámica.

La MMA incluye además a las dos facciones de Jamiat Ulema-i-Islam, ambas abiertamente protalibán; así como Jamiat Ulema-e-Pakistan, integrista; Jamiat Ahle Hadith, integrista wahabí, y el pequeño Millat-e-Jafria Pakistan, shií. Este último ha salido de un grupo militante, Teherik-i-Jafria, que fue una de las cinco organizaciones prohibidas el pasado enero por Musharraf.

'La alianza es permanente y las diferencias entre nosotros son menores', asegura Shamsi. Para él, la victoria de la MMA es el resultado de la 'protesta silenciosa de la gente contra el abandono de la soberanía y la sumisión a las políticas estadounidenses' del general Musharraf.

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